Cubierta Libro CruzadaA Baracoa me voy...una cruzada teatral, constituye la más reciente novedad literaria escrita por la joven Isabel Cristina López Hamze, teatróloga, crítica y realizadora audiovisual, y Jorge Ricardo Ramírez Fuentes, fotógrafo y documentalista, como homenaje a ese trascendental proyecto sociocultural que lleva el arte de las tablas por valles y montañas de Guantánamo.

Según el portal Cubaescena, el texto fue editado con apoyo de la fundación alemana Rosa Luxemburgo, desde su filial en México, y compila pasajes, testimonios y vivencias compartidas en plena Cruzada. Además, deviene una suerte de saga del documental El lenguaje de la montaña, creado en 2019 y dedicado también a la iniciativa comunitaria guantanamera.

El libro recoge materiales no incluidos en el audiovisual, comenzando por las palabras del campesino Eladio Mazón Mosqueda, del poblado de Patana, en Maisí, en su primera página:

“Yo espero que, en vez de dejar de existir, las Cruzadas Teatrales aumenten porque así aumentará el caudal, el potencial de la cultura. Sin la cultura no puede haber desarrollo, sin la cultura no puede haber un país. El símbolo de identidad de cualquier nación, de cualquier barrio, está en la cultura”.

Isabel Cristina habla de la Cruzada con fascinación, del río Toa, el más caudaloso de la isla, de la comunidad indígena La Caridad de los Indios, de la maravilla arquitectónica que es La Farola y de la Tumba Francesa. Cuenta todo desde los inicios de la aventura teatral, cuya primera salida fue el 28 de enero de 1991, en homenaje a Martí.

Adentrase en las páginas del texto es experimentar el periplo que atraviesan los cruzados por Manuel Tames, Yateras, San Antonio del Sur, Imías, Maisí y Baracoa, con presentaciones de artistas muy queridos, como Ury Rodríguez y Eldys Cuba durante funciones en escuelas para dos o seis niños, pero también junto a grupos locales como el Teatro Campesino Monteverde, el Proyecto Arcoiris y La Flor de Café.

Los protagonistas de la obra son la gente de Guantánamo, con sus costumbres y tradiciones en convivencia con el entorno, bajo lluvia, entre piedras, fango y pendientes abruptas; cerca de ríos; rodeados de árboles y flores cimarronas, polymitas, animales de piedra, y de caminos sinuosos.

Las fotos de Jorge Ramírez sirven para ilustrar el paisaje remoto con los colores y expresiones de niños, adultos, arrieros, trabajadores azucareros, amas de casa, cafetaleros, médicos, maestros cuyas historias también están ahí demostrando que la Cruzada va más allá de lo artístico para convertirse en un fenómeno de pueblo al que todos debiéramos integrarnos al menos una vez en la vida.

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