El CAIM suple las necesidades recreativas y culturales de 107 comunidades del Plan Turquino y 40 centros educacionales.A más de 60 kilómetros de la ciudad del Guaso, en la Comunidad de El Palmar, perteneciente al municipio de Manuel Tames, se encuentra la sede del Conjunto Artístico Integral de Montaña (CAIM) de Guantánamo, el quinto de su tipo en Cuba, creado el 2 de diciembre de 1987 –pocos meses después de fundado el Plan Turquino, programa para el desarrollo integral de las serranías– a fin de llevar a las lomas la cultura de forma masiva, promover la superación general, y preservar y rescatar las tradiciones.
El 2022 marca la llegada de sus 35 años, como iniciativa del General de Ejército Raúl Castro Ruz, quien siendo ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), como parte de los cimientos del Plan Turquino, previó la necesidad imperiosa de que las comunidades serranas contaran con una fuente de recreación y crecimiento espiritual, aun en los puntos más distantes de la geografía nacional.
El CAIM guantanamero ha cumplido con creces su función social, como una suerte de Casa de Cultura ambulante en los montes, formando generaciones de artistas del sistema de enseñanza nacional y de las propias localidades rurales, y se ha convertido en dinamizador del desarrollo sociocultural local y nacional.
ROSTROS DEL CONJUNTO CULTURAL
Compuesto por miembros del Ejército Juvenil del Trabajo, el CAIM de Guantánamo agrupa cinco manifestaciones: música, danza, teatro, artes plásticas y apreciación literaria.
«Lo integran 28 personas, jóvenes en su mayoría, unidos bajo la premisa de mantener la identidad, la idiosincrasia y la cultura. Tenemos soldados en cumplimiento del Servicio Militar Activo y trabajadores civiles, algunos graduados de las escuelas de arte, instructores y otros provenientes de los centros y consejos provinciales que se suman al personal, enamorados de la noble tarea que desempeñamos», explica a Granma José Orlando Rojas Ramírez, director artístico del conjunto.
Trabaja desde 1990 con el CAIM y ha montado la mayoría de los espectáculos que han hecho a la agrupación merecer el Premio Nacional de Cultura Comunitaria, el Premio del Barrio de los Comités de Defensa de la Revolución, la Fama de ciudad, de Guantánamo, y la Réplica del Machete de Máximo Gómez.
«Somos una tropa incansable, tanto así que realizamos unas 90 actividades mensuales como parte de nuestro plan de gira por las granjas, comunidades y unidades militares del llano. Es como una cruzada permanente hasta sitios en los cuales somos el principal referente artístico y formativo, porque hacemos presentaciones y, además, damos talleres y captamos talentos», detalla el líder del grupo.
«Por eso la gente se encanta con este colectivo –asegura el también instructor de danza–, sobre todo los más jóvenes, que vienen de los centros de enseñanza artística con muchos conocimientos de teoría y acá adquieren la práctica durante un año o dos».
Tal es la importancia que tiene para la provincia y el país el CAIM que hasta su seno han llegado importantes personalidades para contribuir a la formación de sus pupilos; entre ellas los maestros Ernesto Llewellyn, Conrado Monier, Lázaro McPherson, Yaneisi Chivás, Corina Mestre, el grupo de teatro Pálpito, Eliades Ochoa e Isaías Rojas.
Por eso no sorprende saber que de allí han salido talentos que hoy nutren las filas de Los Van Van, Pupi y los que Son Son, entre otras orquestas, compañías danzarias y de teatro de primer nivel.
La joven Lisandra Téllez Elías es de esas bailarinas que agradece el privilegio de estar en el conjunto. Apasionada por el trabajo allí, y aunque reside en la ciudad, prefiere pasarse la mayoría del tiempo danzando entre las lomas, al compás de los aplausos de los pobladores serranos.
«He aprendido bailes caribeños y campesinos que me han hecho amar más la cultura. Igualmente conocí lugares y personas que, con cariño, han conquistado mi alma. Niños que manifiestan que quieren ser como uno y yo sé que podrán serlo, gracias al conjunto y quizás con nuestra ayuda. Eso me llena de orgullo y satisfacción», refiere Téllez Elías, una de las seis muchachas que componen el CAIM y a quienes se les protege como un tesoro más de la montaña.
Por su parte, Benancio Barcelay Pons señala la integralidad de la formación que garantiza el conjunto. Así lo ha atestiguado desde que se sumara a la tropa de artistas que se dedica a la instrucción de los nuevos músicos.
«Casi toda la sonoridad que anima nuestros espectáculos es propia y en vivo, porque así podemos actuar en cualquier paraje sin depender de altas tecnologías. Tenemos cuatro formatos: la orquesta, el grupo tradicional, el grupo changüí y el músico-danzario, pero como somos diez músicos, nos toca asumir las cuatro orquestas y tocar de to’; eso permite una preparación extraordinaria», revela Barcelay Pons.
COMPROMETIDOS CON EL ARTE Y CON LA GENTE
El Conjunto Artístico Integral de Montaña de Guantánamo sobresale nacionalmente por la factura de sus obras y el trabajo comunitario. De hecho, de los 19 encuentros de Conjuntos realizados en el país, el equipo del Alto Oriente ha ganado en 11 ocasiones el primer lugar.
Mas ahí no queda todo, en tiempos de la COVID-19, cuando la mayoría de las actividades estaban paralizadas, los guantanameros dejaron a un lado las zapatillas e instrumentos para apoyar centros de aislamiento, producir alimentos e incluso convirtieron la sede de sus ensayos en El Palmar, en sitio para la vacunación poblacional. Así se mantuvieron dando su aporte, como ejemplos dignos de imitar.
Actualmente el CAIM atiende y suple las necesidades recreativas y culturales de 107 comunidades del Plan Turquino y 40 centros educacionales, estos últimos, fundamentalmente del lomerío y como apoyo al trabajo de los instructores de arte.
El capitán Leuris Sánchez, director general del conjunto, detalla que, al menos, tres veces al año deben visitar poblados distantes ubicados en Yateras, El Salvador, Maisí, Baracoa, Manuel Tames y Sagua de Tánamo.
Ahora se suman a la lista las comunidades vulnerables del Guaso, donde deben llegar siempre con propuestas variadas, novedosas y de alta factura.
«Trimestralmente montamos un nuevo espectáculo y nos vamos de gira por 24 días seguidos, subiendo y bajando colinas, en camión y bajo las más disímiles condiciones geográficas; pero vale la pena, porque la gente allá arriba lo agradece, lo espera y ese es motivo suficiente para seguir trabajando a favor de la preservación de la cultura en la montaña», afirma Leuris Sánchez, convencido del valor de lo que hace y de los efectos que tienen en los demás la hermosa entrega que el equipo artístico ofrece a los seres que habitan la serranía.
Tomado del periódico Granma