rodelkis clases percusionSi hay una familia de instrumentos en la música que no suele faltar en las orquestas cubanas es la percusión. La rumba, el casino, el jazz, el rock, el pop, el changüí, el nengón…, y hasta la música clásica necesitan de ellos para marcar el ritmo, aportar textura y color a las composiciones musicales.

Rodelkis Barbier Sanregré conoce bien del valor de esos útiles, por eso su vida la ha dedicado al aprendizaje, dominio y, desde 2011, también, a la enseñanza de esos toques. Así funda la iniciativa sociocultural Príncipes del futuro, que pretende llevar alegrías a las familias y al público guantanamero a través de la ejecución y el canto de bisoños artistas que, de 7 a 14 años, defienden con pasión la percusión cubana de ayer y de hoy.

“La propuesta nace motivada por el maestro Ladislao Navarro, director de la compañía Danza Fragmentada, con quien trabajo como músico. Nuestra institución tiene una trayectoria de mérito en la enseñanza de la danza, y como no puede haber baile sin ritmo, Ladislao se me acercó un buen día y dijo: ¿Por qué tú no haces un taller de percusión para los niños?

“Es más se lo estoy indicando -agregó-, usted, si quiere, los domingos impartirá percusión, vamos a probar a ver qué pasa”. Desde entonces empecé, primero por la mañana con un niño, dos… y se sumaron más, a través de la divulgación en la radio y los carteles que se ponían afuera de la instalación.

“Llegué a tener hasta 25 muchachos y tuve que dividir el taller en dos sesiones, mañana y tarde. Era agotador, porque yo solo hacía todo, pero con el tiempo me acostumbré y un buen día me dije, si imparto música debería existir un momento para ver los frutos de este sacrificio dominical. Ahí decidí, al final de cada clase, montar algo que tuviera que ver con lo enseñando y mostrarlo al público.

“El reto fue sacar a los muchachos para la calle y tocar, al inicio había sus miedos, temor escénico, como es normal para quien no está acostumbrado a estar encima de un escenario, pero pasadas dos o tres actividades ya los niños se creían expertos, y la alegría de la gente al verlos, los motivaba más.

“Le puse Príncipes del futuro porque es bien sabido que los niños son la esperanza del mundo, y con mis clases espero que también en sus manos esté la salvación de nuestra identidad, que sin la percusión perdería algo esencial. Yo no formo artistas, trato más bien de sensibilizar a los pequeños con la música cubana, ese es un paso primordial para aprender a amar lo propio”, afirma Sanregré.

Desde que surgió la iniciativa sociocultural no han dejado de asistir a festivales de artistas aficionados, jornadas de la cultura, encuentros, pero quizá el momento más recordado por los pequeños y Rodelkis fue aquella invitación que un buen día la promotora del Patio de Adela le hiciese para trabajar de conjunto en la barriada de la Loma del Chivo.

"Allí hay un festival que cada año muestra cómo los niños han hecho suya sonoridades auténticas de nuestra nación como la rumba. Nos presentamos y desde entonces siempre me invita. De ahí la cosa cogió más fuerza porque la gente ya quería vernos por doquier. Yo me he presentado con estos niños en casi todo Guantánamo, incluso en Máximo Gómez entre 8 y 9 Norte, donde se celebra un festival de rumba de adultos y hasta premios nos han dado.

“También tengo un espacio fijo vinculado a la compañía Danza Fragmentada, que fue la que hizo posible el florecimiento de esta idea. Se llama Peña Infanto-Juvenil, y la realizamos todos los últimos domingos de cada mes en el teatro, allí se presentan los frutos de los talleres de danza y los míos.

“Hoy trabajo, además, como instructor de música en la Casa de Cultura del municipio de Guantánamo, y trato de llevar a Príncipes del futuro conmigo cada vez que voy al Consejo Popular Reparto Obrero, pues me tocó atenderlo. He estado en todas las localidades y los lugares del reparto, y ha sido impactante porque los adultos suelen empatizar con las cosas que vienen hechas por niños, aunque no lo hagan con la perfección que lleva.

“Es muy gratificante para los padres y para todo el que los ve en esos momentos, tan apasionados y profesionales. Imposible no emocionarse con ellos y querer bailar, cantar y aplaudirlos bien fuerte, eso los motiva, y me inspira a seguir haciendo esto cada domingo de mi vida.

“En estos momentos, casualmente, estoy involucrado en los ensayos para convertir la iniciativa en un proyecto acreditado por el Sistema provincial de Casas de Cultura. Preparo el repertorio, que incluye temas clásicos y otros bien contemporáneos, para niños y adultos. Sí, porque mis niños saben de percusión cubana, pero también les enseño tambor y conocen cómo se llama cada instrumento y cómo suenan, y les tengo montado varios géneros: rumba, folclor, son tradicional, merengue, guaracha…, alrededor de 12 temas.

“Mi meta hoy es armar todo el proyecto, en primer lugar, y en segundo, tributar con mi formación al ingreso de niños talentos a la Escuela de Música Antonia Luisa Cabal. De hecho, la enseñanza artística es lo que más me ha llamado la atención últimamente, por eso la idea de que los integrantes de Príncipes del futuro tengan siete años, pues así tendrán la posibilidad de hacer los exámenes y entrar a la escuela de música.

“En este curso ya entraron dos, y ahí se ven otros resultados de mi trabajo para la familia, pues cuando se presentan a la captación, los profesores le ven a los chicos una aptitud. No aprueban todos, pero el resultado está ahí, en las comparsas que algunos integran como músicos, y hasta en la Tumba Francesa, donde hoy tengo un niño que se llama Erick, muy bueno, y que también baila...”.

Rodelkis está orgulloso de ser el líder de una iniciativa que, por su singularidad, vive conquistando los corazones de todo el que la ve y escucha pero, sobre todo, le place saber que en cada niño o niña que forma deja una huella de amor por la cultura cubana, su música y en especial por la percusión...

“Esa es el alma de cualquier agrupación musical, y aunque hay proyectos que no tienen la percusión incluida tácitamente, no hay un músico que sepa tocar un instrumento si no tiene la percusión adentro. Ahí está el ritmo y sin eso no es posible hacer música, ni arte en general, es que ni vivir siquiera, porque hace falta en la vida ese compás, ese sonido para alegrar el alma y sentirnos más humanos”, concluye el entrevistado.

Escribir un comentario


Código de seguridad
Refescar

feed-image RSS