Ernesto Montoya Laurencio, de cuyas manos y experiencia como entrenador salen hoy nuevas promesas de la halterofilia guantanamera.Ernesto Montoya Laurencio terminaba su entrenamiento físico un domingo, justo a las diez de la mañana, cuando me abrió las puertas de su hogar. Días antes había logrado agendar el intercambio para conocer un poco más sobre el profesor guantanamero que fue seleccionado como mejor entrenador en los recientes Juegos Escolares Nacionales.
"Le debo todo a las pesas; las grandezas de mi vida son gracias a este deporte", es lo primero que me dijo Montoya Laurencio, gloria del deporte y considerado como uno de los pesistas más laureados entre los años 1990 y 1998, y que también ha sobresalido desde 2008 como profesor de la Escuela de Integración Deportiva (EIDE) Rafael Freyre.
Le sorprendió el reciente reconocimiento en los Juegos Escolares que, en el caso de las pesas, tuvo por sede a la provincia de Granma, aunque sus alumnos tuvieron excelentes resultados (tres obtuvieron medalla de oro), entre ellas, su hija Lorena María Montoya, de 14 años, que logró tres coronas.
Precisamente el rigor caracteriza su relación con los estudiantes, en especial con sus hijas, tanto Lorena como Ana Bárbara Montoya, de 12 años, que ya ha sido estimulada por sus desempeños en algunos festivales realizados en la provincia.
¿Cómo fue su etapa como deportista activo?
“Practicaba el ajedrez inicialmente, pero no conocía nada de las pesas. Frecuentaba un gimnasio, porque me encanta hacer ejercicio, y ahí me vieron potencial en las pesas, gracias a mi condición física y, desde ese momento, comencé a practicar cada vez más.
“Tuve cuatro entrenadores: Víctor Dangel, Jorge Vega, Raúl Machuca y Rolando Leyva; este último ya cuando me encontraba en el equipo nacional. Competía mayormente en la división de 100 kilogramos y con un rigor máximo de entrenamiento durante los seis años que estuve en el equipo nacional como atleta.
“Como deportista alcancé múltiples reconocimientos dentro y fuera de Cuba, entre ellos, las preseas de bronce y plata en el Campeonato Mundial Juvenil, de Yugoslavia, en 1990, así como el segundo y tercer lugar en las citas del orbe de mayores en Tailandia 1997 (99 kg) y Alemania 1991 (110 kg), respectivamente.
“También coseché resultados a nivel regional, resaltando las tres medallas doradas en los Juegos Panamericanos de La Habana 1991, con récord en el arranque en la división de 110 kg. En los años 1992 y 1998 estuve en los Torneos Manuel Suárez en Holguín, siendo el más destacado en la primera competencia (100 kg). En el ‘98 logré dos récords nacionales: de 227,5 kg en el envión, ubicándome entonces en el primer lugar del ranking mundial, y en el total con 400 kg en la división de 105 kg, los cuales siguen vigentes”.
La gráfica se remonta a los años de esplendor del atleta, multimedallista Mundial, Panamericano y Centroamericano, quien aún atesora records personales imbatibles.
¿De qué manera llegó a convertirse en entrenador?
“Fui jubilado del deporte activo tras una operación en la columna porque ya no me encontraba en las mejores condiciones para competir. Luego pasé la universidad y logré, tras mucho esfuerzo, radicalizarme como profesor de pesas en la EIDE y entrenador personal un tiempo después.
“Disfruto día a día ver a mis alumnos y atletas entrenando con el rigor propio de este deporte. Es una dicha poder formar personalmente a mis hijas, que son ambas el orgullo más grande que tengo”.
¿Cómo fue el proceso de preparación de los atletas durante la pandemia de la COVID-19?
“Realmente como estábamos en aislamiento, entrenábamos en mi casa, puesto que tengo los instrumentos con los que me preparaba para las competencias en mi época de deportista. Se mantenía el entrenamiento diario, incluyendo ejercicios de salto, aeróbios, abdominales y otros”.
¿Un consejo para sus alumnos?
“A los atletas les aconsejo no consumir bebidas alcohólicas ni fumar, mantener una dieta balanceada rica en proteínas y alimentos sanos, en la medida de lo posible, que aporten energías y otros nutrientes. No deben desvincularse del entrenamiento por ningún motivo, pues este deporte puede afectar la condición física del competidor. El descanso es inviolable para mantenerse en buenas condiciones, entre otras normas”.
¿Se siente realizado como entrenador?
“Me encuentro más que realizado. Todos mis logros los conseguí luchando con el corazón. Es mi pasión el deporte y no puedo concebirme sin él. Aseguro que habrá una Montoya que cumplirá el sueño de su padre de coronarse como campeona olímpica de pesas y a eso destinaré todas mis experiencias, a entrenarlas para obtener los máximos resultados”.
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