Pocos días han pasado y en las calles todavía se habla del evento más importante a nivel de selecciones de fútbol: La Copa del mundo, que tuvo en Catar su vigésimo segunda edición.
El mundial en suelo catarí no fue bien visto desde un inicio, cuestionado por realizarse en los últimos meses del año, rompiendo la tradición veraniega y afectando a los clubes de las ligas del Viejo Continente; y por otras denuncias sobre el país anfitrión asociados a la violación de los derechos humanos respecto a los migrantes, las mujeres y los miembros de la comunidad LGTBIQ; o los trabajadores fallecidos en la construcción de los lujosos estadios para la cita futbolística.
Gianni Infantino, presidente de la Federación Internacional de Fútbol y Asociados (FIFA) expresó : “ha sido un mundial excepcional, (…) los jugadores llegaron en forma -en citas anteriores llegaban con el peso de haber terminado las temporadas con sus respectivos clubes-; que ha dejado atrás a las potencias futboleras como Italia -que por segunda ocasión no participa en el evento-, Bélgica, Dinamarca, Uruguay o Alemania -eliminadas en fases de grupos-, (…) traer este evento a un lugar tan pequeño tiene muchas ventajas en el traslado de los jugadores e hinchas a cada uno de los estadios,(…)”.
En Catar, tan criticado por el trato a las féminas –que en el país representan una población del 30 por ciento-, paradójicamente el pasado primero de diciembre hizo historia la internacional francesa Stéphanie Frappart, al ser la pionera del arbitraje femenino en Copas del Mundo, cuando pitó el choque entre Costa Rica y Alemania en la tercera fecha eliminatoria del grupo E.
Esta fue la segunda participación mundialista del VAR (árbitro asistente de video) y que en varias ocasiones dejó mucho que desear. Balones fuera del campo, milimétricos fuera de juego, entre otros ejemplos generaron mucho debate como la mala actuación del árbitro español Mateu Lahoz en el choque por cuartos de final entre Países Bajos y Argentina, por poner solo un ejemplo de algo que causó polémica hasta en la mismísima final.
Una era gloriosa de este deporte finalizó con el retiro mundialista de varios jugadores que dieron su “último baile” tal es el caso del arquero tico Keylor Navas, los charrúas Luis Suarez y Edison Cavani, el croata Luka Modric, los mexicanos Andrés Guardado y Guillermo Ochoa, los lusos Cristiano Ronaldo y Pepe, los españoles Sergio Busquets y Jordi Alba, los teutones Manuel Neuer y Thomas Müller, los argentinos Ángel Di María, Nicolás Otamendi y Lionel Messi.
También se debe reconocer el gran desempeño de las nuevas joyas Josko Gvardiol, de Croacia; Jamal Musiala, de Alemania; Jude Bellingham, de Inglaterra, o los talentosos Cody Gakpo de Países Bajos, el marroquí Azzedine Ounahi y el argentino Enzo Fernández, seleccionado como el mejor jugador joven del torneo.
Un ejército necesita buena defensa, y que mejor demostración que la brindada por los cancerberos Dominik Livakovic, de Croacia; Yassine Bono, de Marruecos; y el argentino Emiliano Martínez -este último escogido como mejor portero y envuelto en polémicas extradeportivas-, salvando los arcos en los momentos claves y muy probados en las tandas de penales.
Quiero destacar a la selección ecuatoriana, que dejó una buena actuación, y aunque no clasificó a octavos, rompió la racha de los equipos anfitriones ganándole el partido inaugural a la selección de Catar.
En la Copa de 2022 “David le pegó a Goliat”, tanto disfrazado de Croacia como de Marruecos y Japón, selecciones que se ganaron el cariño de las aficiones, los balcánicos llevando un sólido equipo de manos del técnico Zlatko Dalic por segunda vez al podio mundialista, remontando marcadores en tanda de penales (que ha sido su fuerte); por otro lado la gran actuación de los discípulos de Walid Regragui, que hizo historia no solo derrotando a Bélgica, España o Portugal, sino que los “Leones del Atlas” llegaron a semifinales, siendo el primer país africano en lograrlo; inmenso también fue el gesto nipón, por parte de jugadores y aficionados limpiando cada vestuario, y “estadio” con la participación de su país.
Y la final, ¿qué hablar de ella?: Hubo un buen planteamiento de cada entrenador, el francés Didier Deschamps apostó por la juventud, colocando a Randal Kolo Muani, Marcus Thuram, que le sirvió para empatar un partido controlado por el dominio argentino del técnico Lionel Scaloni, que recurrió a la solidez de un medio campo que dejó en cero cada opción de juego creada por “Les Blues”, y no puedo dejar de reconocer al portero gaucho “Dibu” Martínez que salvo su arco en los últimos instantes de un encuentro donde tuvo poco protagonismo hasta la lotería de penales.
El tenso partido conclusivo de la Copa del Mundo de Catar dio su tercer título a Argentina, que no lograba subir a lo más alto del podio desde el glorioso México 86 y devolvió así la copa a Latinoamérica 20 años después de la cita de Japón-Korea 2002, cuando triunfó Brasil. También fue la Copa donde el argentino Lionel Messi logró ponerse la corona del orbe y así elevar todavía más su historia de leyenda, esa que lo pone, para muchos, como el mejor futbolista de todos los tiempos.