Le pregunto, para provocar, si en realidad funciona aquello de que “mi psiquiatra soy yo”, aludiendo a cierto mito popular que privilegia el “autocontrol” por encima de la posibilidad de pedir ayuda profesional a un especialista en salud mental, y niega con la cabeza.
¿No es así, entonces…? Insisto, pero el doctor Enrique Pupo Durán no suele ser categórico, aunque podría. Lo avalan sendas especialidades en primer y segundo grado en Psiquiatría, y primer grado en MGI, una maestría en Atención integral de la mujer, y varios años de experiencia profesional.
“Una persona puede aprender a conocerse y a manejar su forma de vivir y comportarse, pero antes necesita asesoría de un profesional para adquirir las herramientas para ello. Así que no funciona, por lo menos, de forma absoluta”, responde el también vicerrector general de la Universidad de Ciencias Médicas de Guantánamo.
¿Cuán frecuentes son los trastornos mentales dentro de nuestra población?
En los últimos años hay mayor prevalencia de los padecimientos mentales, en sus diferentes formas. La principal causa de consultas hoy son los trastornos depresivos, ansiosos...
Son además frecuentes los trastornos de adaptación, así como otros de nivel neurótico. Los trastornos psiquiátricos mayores (psicosis), en los que se incluye la esquizofrenia, son también de alta presencia en el mundo y en Cuba.
¿Existe alguna edad, condición social, raza, nivel económico…, que pueda predisponer a los individuos a padecerlos?
En realidad, no. Aunque, en algunos, influye la genética, y hay determinados padecimientos que pueden aparecer en alguna etapa de la vida, como ocurre en la adolescencia y los adultos jóvenes, con los trastornos de adaptación, ya sean depresivos, ansiosos o mixtos.
Los trastornos neuróticos -que en general afectan a un tercio de los que se tratan en consultas psiquiátricas- se presentan en proporciones similares en mujeres y en hombres, y no se conocen diferencias significativas en lo relacionado con el color de la piel, el desarrollo socioeconómico.
¿Qué hacer ante la sospecha de una enfermedad mental?
Ir al facultativo. Hoy, hay mayor acceso a la salud, especialistas, instituciones… La primera instancia es el médico de la familia, quien puede tratar esos casos y, de ser necesario, realizar interconsultas o remitirlos con los especialistas.
Existen consultas de Salud Mental en los policlínicos, con psiquiatras, psicólogos… En los Hospitales Generales de Guantánamo y Baracoa hay servicios para atender a estos enfermos, además de los centros comunitarios de Salud Mental.
Como institución especializada tenemos al Psiquiátrico Luis Ramírez López, con varios servicios para tratamiento de urgencias, cuadros agudos, adicciones y para pacientes de larga estadía, con ingreso total o parcial.
Pero antes de llegar a ese punto, uno tiene que saber identificar, al menos, algunos síntomas de alarma…
Es vital estar atentos a los cambios de comportamiento, las conductas que la familia distinga como “raras” en sus parientes: irritabilidad, aislamiento, agresividad, falta de sueño…
Por ejemplo, en los adultos mayores a veces encontramos personas con cuadros demenciales, (ya sea vascular o alzhéimer), pero además de estos pueden desarrollar algún trastorno de los mencionados, o agravarse alguna enfermedad ya diagnosticada, sobre todo, si se trata de alguna psicosis.
¿Cómo distinguir estas conductas en los más jóvenes?
La familia tiene una gran responsabilidad, pues conoce el actuar habitual de sus adolescentes, y puede identificar procederes raros en ellos. El problema es que, en ocasiones, hay tendencia a interpretar como malcriadez o rebeldía, lo que en realidad son alteraciones de conductas que necesitan ser tratadas por un especialista.
Tenemos que movilizarnos y pedir ayuda ante actuaciones inadecuadas, el descuido del aseo personal, la tendencia a aislarse del mundo o deambular, la agresividad sin causa…
¿Cuán importante es tratar, a tiempo, una enfermedad psiquiátrica?
Es esencial. Hay quienes por algún tipo de creencia ocultan las sintomatologías de sus parientes o no los llevan a consulta cuando lo necesitan, sino cuando ya no pueden lidiar con ellos. Esos casos que llegan de manera tardía suelen tener mayores secuelas.
Un enfermo atendido correcta y oportunamente tiene muchas más probabilidades de recuperar su estado mental, que uno que pasa mucho tiempo sin tratamiento.
En los adolescentes, cuando dejamos que evolucionen sin ayuda médica, el pronóstico es mucho peor. Si se toman a tiempo, es posible reinsertarlos en la sociedad.
Existe un estigma negativo relacionado con acudir al psiquiatra, y eso también provoca demoras a la hora de ver al médico. Ir a nuestros servicios no significa que eres un enfermo mental, sino una persona con necesidad de asesoría para resolver un problema, consultar una duda…
Insisto en el término “correctamente”, porque es seria la tendencia a la automedicación. Una lo ve en la calle, en nuestros entornos cercanos…, aun cuando los medicamentos de la Psiquiatría son muy controlados.
Ciertamente, hay una predisposición a la automedicación de fármacos controlados en la población mundial, en Cuba y en Guantánamo, en los últimos años. También, por el incremento de los niveles de estrés y, en tiempos más recientes, a raíz de las enfermedades que nos han afectado, como la propia COVID-19.
Los profesionales lo notamos, pues las personas llegan a las consultas y solicitan recetas de medicinas que ya usan, pero no te hablan de síntomas ni del cuadro clínico que tienen, si es que lo tienen…
¿Me dice que hay personas que toman medicamentos para trastornos psiquiátricos, sin saber a ciencia cierta si los necesitan?
Pueden no padecer ningún trastorno o sufrir alguno para el cual el psiquiatra prescribiría algo diferente. A veces, cuando analizamos los síntomas sugerimos una medicación y el paciente refiere que usa otro por recomendación de un amigo, vecino…
A raíz de la gran cantidad de información de la que disponemos, hay mucho “facultativo sin certificado” que “diagnostica” y “manda” medicina, o te dice “yo también tengo eso, toma esto o aquello”, y muchos que les hacen caso.
Siempre insisto: hay enfermos y no enfermedades, pues el mismo padecimiento puede no afectar igual a dos personas. Por eso demandamos estudiar cada caso, pues a veces eliminas las causas del conflicto, o con asesoramiento psicológico resuelves el problema sin incluir lo farmacológico.
La mayoría de nuestros fármacos causan dependencia, o sea, pasado un tiempo, la persona las precisa para sentirse bien, y en ocasiones debe incrementar la dosis y su frecuencia, incluso si al principio no la necesitaba. Por eso la insistencia de no automedicarse.
Y pedir ayuda…, sobre todo, para evitar males mayores, entiéndase las autolesiones, incluido el suicidio.
Es crucial, tanto como atender las llamadas de ayuda. Hay tendencia al incremento de las llamadas conductas suicidas, que van desde la idea vaga, hasta el gesto, el intento y el suicidio, de modo que debemos estar atentos y actuar oportunamente, ya que casi siempre hay “pistas”.
“Perro que ladra no muerde”, reza el dicho, pero no en estos casos. Cuando una persona dice “me quiero morir o matar”, “quiero dormirme y no despertar”, debemos tomarlo en serio, como una solicitud de ayuda que requiere atención profesional.
Los psiquiatras tratamos con sumo cuidado a los enfermos deprimidos, porque son potencialmente suicidas. No podemos olvidar que, ante conflictos, cualquier ser humano puede sentirse acorralado y atentar contra su vida.
Nuestro deber, como médicos, como sociedad, es estar alertas, escuchar, actuar… Salvar, en todos los sentidos.
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Saludos para usted!!!
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