La dama horizontal copiaDra. Amarilis Sermoselle Ulla.La “agarro” en un descanso que para Amarilis Sermoselle Ulla es solo el prepararse para volver a estar en “zona roja”, en hospitales de campaña o centros de aislamiento…, como parte de uno de los equipos del Centro provincial de Higiene, Epidemiología y Microbiología dedicados a la toma de muestras para PCR, y aun así accede a mis preguntas.

“Así es mi dinámica desde que comenzaron los casos en Guantánamo, a inicios del año pasado. Entonces, estaba en el último año de la especialidad de Microbiología –que inició pasados los cuarenta, después de varios lustros dedicados a la Medicina General- y nos organizamos en cinco equipos”, explica.

Casi un año después, con la COVID-19 trastocándonos nuevamente la calma, volvieron los equipos que, por estos días, se convierten en tres. “Es un nuevo esquema. Ahora debemos trabajar en turnos de cuatro de la madrugada a ocho de la noche, y el resto del tiempo apoyar en el Centro”.

Pregunto cómo es. Cómo puede ser. Cuál es la fórmula para aguantar el calor, para respirar entre tanta tela y plástico. Supongo que es una pregunta de muchos, y me responde que es su trabajo, así de simple.

“Y sobre todo, mi seguridad y la de mi familia…, aunque no es fácil. Cuando me toca ir a tomar muestras –que puede ser afuera, a bordo de un carro, o en el propio centro- me quito la ropa de la casa, y me pongo primero un piyama verde, luego una sobrebata, el gorro y dos nasobucos”, cuenta.

En el momento de la verdad, cuando está frente a un paciente con coronavirus o sospechoso de serlo, o manipulando los hisopos con las muestras, “súmale dos guantes, un par de gafas que tengo que colocarme sobre los espejuelos correctivos y la máscara de plástico”.

Pero, contrario al refrán, el hábito no hace necesariamente al monje y la bioseguridad va más allá de esa imagen “trajeada”. El cuidado de los movimientos, el recordar a cada momento que no puede tocarse los ojos, la nariz…, mientras lidia con el cansancio, el apuro de las muestras a tiempo…, es fundamental.

El descanso, solo cuando es estrictamente necesario. Y se siente. En el cuerpo, “por el trabajo y por la edad, se ríe. Porque no es lo mismo veinte que cincuenta, pero no he dado menos que nadie, creo que he estado donde hago falta y el tiempo necesario, como todos los involucrados en esta batalla”.

Cuando regresa al Centro, después de tomar decenas de muestras, empieza otro trabajo aparentemente tranquilo pero no menos vital. “Hacemos la recepción, el control y empacamiento de las muestras que van a los laboratorios de biología molecular donde se realizan las pruebas de PCR. Es un trabajo de mucho cuidado”.

Amarilis Sermoselle UllaDra. Amarilis Sermoselle Ulla.

El regreso al hogar, impone un reto más: el de salvaguardar a su familia, sobre todo a su anciano padre. “Llego a casa y vuelvo a desinfectarme, me quito la ropa, la lavo y entonces salgo, cuando el cansancio deja”.

La familia tiene un gran peso. Detrás de hombre o mujer de una historia semejante…, hay padres, esposos, hijos… que confían, entienden, apoyan.

“Por suerte, en mi familia no falta unidad y comprensión. Sin ellos no podría, no podríamos, porque ahora mismo la mayor parte de mi familia está enrolada, directa o indirectamente, en la lucha contra la COVID-19.

“Mi esposo es psiquiatra y trabaja en la Universidad de Ciencias Médicas que hoy presta sus instalaciones como hospital de campaña y mi hija Susana, que está en quinto año de Medicina, desde el 10 de enero trabaja a tiempo completo como voluntaria con pacientes positivos en el Politécnico de la Salud, por 14 días”.

Le pregunto qué siente. Ella misma pasa tiempo en zona roja, pero con los hijos no es lo mismo, y respira profundo. “Una combinación de orgullo por ella, y por sus compañeros, por cómo dieron ese paso siendo tan jóvenes…, y miedo de madre, por eso mismo, porque a veces la inexperiencia puede jugarte una mala pasada.

Vive en tensión, me dice, pero al menos pudo verla, de lejos, mientras Susana tomaba un descanso y ella tomaba muestras para PCR evolutivos en el mismo sitio. “¿Qué hice?, aguantarme las ganas de correr a verla, saludarla de lejos y gritarle lo mismo que le digo cada día cuando nos hablamos por teléfono, que se cuide y cumpla”.

De pronto, dejamos de hablar de sus horas de trabajo y se centra en su hija, dos sacrificios que convergen en una sola causa: integrar una vanguardia sanitaria competente y eficaz contra la COVID-19.

Pero la guerra no se gana solo en la vanguardia, y lo sabe. “Nuestra retaguardia es la población, el comportamiento de las personas, porque cuando llegan a nosotras –a ella y a su hija- casi siempre el daño está hecho, y casi siempre hay un acto irresponsable detrás, una fiesta, un descuido”.

Me despido, la dejo descansar y le deseo lo que más falta nos hace en estos tiempos: salud.

Comentarios   

0 #1 Enrique pupo Duran 22-01-2021 23:07
Excelente artículo, como siempre nos tiene acostumbrado, eres una gran profesional. muchas felicidades. Continúe así informando con esa profesionalidad y adecuado uso de las técnicas de la comunicación, asequible a todo público. Muchas gracias.
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