Los daños de un evento como este siempre son significativos, porque, además, es el incendio forestal más grande que ha ocurrido en Guantánamo, y pasó en la mayor reserva natural del país, Patrimonio Natural de la Humanidad.El fuego en el Departamento de Conservación de Ojito de Agua, en el Parque Nacional Alejandro de Humboldt, fue simplemente “la chispa que incendió el polvorín”, en un año durante el cual se reportan 27 incendios forestales y unas 2 mil hectáreas (ha) de bosques quemadas.
“Este es un periodo para estudiar”, me dice Rafael Wilson Castellanos, ingeniero agrónomo, especialista en Protección Forestal, de la Dirección provincial en Guantánamo del Cuerpo de Guardabosques, y Máster en Ciencias Forestales.
Vuelve, entonces, al siniestro causado por negligencias humanas relacionadas con la minería furtiva para la extracción de oro, según indicios encontrados cerca del río El Yarey, donde se originó el fuego que, durante casi un mes, “caminó” monte adentro de la zona yaterana de esa reserva natural y abarcó, aunque sin daños totales, un área que ronda las mil 896 ha...
“Ese cálculo de daños todavía está en estudio, porque no todo se quemó, ni en igual medida. Dentro de ese perímetro, por ejemplo, el porcentaje de afectación no debe superar el 50 por ciento, o sea, de manera general los pinos mantienen su estructura y el bosque puede regenerarse naturalmente.
“También, sabemos que hay islotes, o sea, espacios de bosques en zonas muy altas, por la topografía del terreno, que no fueron tocados por las llamas y quedaron intactos”.
¿Significa que el impacto no fue tan catastrófico como se creyó inicialmente?
Lo anterior es un hecho que hemos visto en los satélites, y también mientras combatíamos el fuego, pero los daños de un evento como este siempre son significativos, porque, además, es el incendio forestal más grande que ha ocurrido en Guantánamo, y pasó en la mayor reserva natural del país, Patrimonio Natural de la Humanidad.
El sotobosque, que integra las especies de la flora que crecen a la sombra de los pinos de 30 a 50 metros de altura, plantas propias de esa zona como los helechos, el tibisí..., sufrió un impacto muy fuerte.
Se afectó la fauna silvestre, algunos animales murieron y otros se vieron obligados a migrar. Los microorganismos también se dañaron, se perdió el nicho biológico de muchas especies, porque quemó por casi un mes y el área fue muy grande. El estrés a la flora y la fauna es incalculable: altera todos los procesos biológicos del lugar.
Claro, después de un siniestro, siempre habrá un proceso de recuperación, que puede ser natural y, por supuesto, como será aquí, con ayuda del ser humano.
La acción del hombre que, en este caso inició el fuego, no es la única vulnerabilidad que existe en el área. ¿Cuáles le preocupan, según su experiencia?
Uno de los problemas fundamentales del Humboldt -y una de las causas de la propagación de las llamas- es la ausencia de trochas, de sistemas cortafuegos“La ausencia de suficientes trochas en el Parque es una gran vulnerabilidad, que sigue ahí”, alerta Wilson Castellanos. suficientes, y la falta de mantenimiento de las que existen.
Los especialistas de áreas protegidas defienden la idea de que entrar equipos pesados y aplicar los sistemas cortafuegos como dice la norma, o sea, cercando áreas de hasta 50 ha con trochas (franjas limpias de vegetación y material combustible, como hojarasca, ramas secas...) de cuatro a seis metros, afectaría los ecosistemas, introduciría cambios no deseados..., y se entiende, hasta un punto.
Pero sin cortafuegos que nos ayuden a combatir y prevenir los incendios forestales es difícil preservar de las llamas ese bosque que tanto queremos proteger, como nos pasó en este caso.
Se decía, mientras combatíamos el incendio, que se hicieron trochas, pero en realidad hacíamos líneas de control, aceleradamente, que fueron cruzadas por el fuego una y otra vez.
La trocha -que funciona como un camino- de Ojito de Agua a Farallones, estaba ahí, pero no hizo su trabajo de detener el avance vertical y horizontal del fuego, porque no le dieron mantenimiento. Si hubiera estado en buenas condiciones, se hubieran dejado de quemar, al menos, unas 200 ha de bosque natural.
Otra vulnerabilidad es la gran carga de material combustible en esa zona, y en todo el parque. Se calcula una acumulación de más de 45 toneladas por hectárea, resultado de casi medio siglo sin que ocurriera un fuego en esa área. También, los restos dejados por los huracanes Sandy y Matthew, que se quedaron ahí, y al entrar equipos para aprovechar la madera derribada tiene un costo ambiental muy alto.
Las condiciones climáticas también fueron propensas al fuego. En aquel momento se reportaron vientos leves y moderados, mucho calor... y escasez de precipitaciones, que es lo más preocupante de todo, porque se mantiene.
Se dice que mientras duró el incendio, una época que además corresponde al inicio de la primavera, llovió muy poco...
Es cierto, y alarmante. Estamos hablando de la Cuenca del Toa, un área donde lo normal es un régimen de precipitaciones de más de 800 milímetros, con gran humedad relativa..., y donde en los últimos años la lluvia ha decrecido de manera muy abrupta, debido al proceso del cambio climático.
Esa vulnerabilidad existe, y hay que prestarle atención, ya que mientras el clima se mantenga en esas condiciones, persiste la posibilidad de que ocurran incendios como este, incluso peores.
A la par, el hombre está allí también, aprovecha el bosque, lo transita... ¿Cuánto pesa esa acción humana en la conservación del Humboldt? ¿Cuáles son las principales violaciones detectadas en esa zona?
El Parque no es un área donde ocurran muchas violaciones y, si lo vemos en el tiempo, cada año hay menos presencia humana, debido a las migraciones... pero sí inciden las actividades furtivas de caza y minería, justo en la zona de El Yarey -aunque esta última ha decrecido sustancialmente.
Es bueno aclarar que la minería, en sí, no requiere de fuego, pero las personas que la practican a veces se pasan más de un día excavando, buscando oro en el río, y entonces cocinan, hacen una fogata para luz y calor, y estas actividades sí pueden originar un incendio, como ocurrió esta vez.
Vista satelital del área incendiada en el Parque Alejandro de Humboldt, las que representan poco más de la mitad de las 3 mil 763 hectáreas quemadas en todo el país. Tenemos caza de puercos jíbaros, gente que van donde anidan los majaes, los matan, se alimentan y usan la manteca; cazan jutías muchas veces acorralándolas con fuego, castran colmenas también con brasas humeantes para evitar la picadura de las abejas.
Y la idea no es que las personas desaprovechen las potencialidades del bosque, pero deben hacerlo con equilibrio, con responsabilidad, respeto, racionalidad, y cumplir con las regulaciones, las vedas...
¿Cuáles son las enseñanzas de este siniestro, a lo interno?
Somos guardabosques, así que cualquier incendio forestal nos impone el rigor de hacer mejor nuestro trabajo, de perfeccionar el manejo de las áreas...
En el incendio del Humboldt, en particular, el sistema de vigilancia funcionó a la perfección: lo reportaron, al unísono, un guardabosques y un trabajador de Áreas Protegidas. Y los satélites también lo captaron. El aviso fue tan rápido, que el propio sábado ya estábamos en el parque.
En esta campaña, aunque como siempre preparamos a nuestra fuerza con vistas al periodo de mayor probabilidad de incendios, del primero de enero al 31 de mayo, tuvimos problemas de movimiento por la COVID-19, falta de insumos, de personal.... pero creo que respondimos con mayor presencia nuestra, y de los dueños del patrimonio.
A nivel provincial -y nacional- hubo disminución en el cumplimiento de las medidas especializadas necesarias para la prevención de estos eventos, como el mantenimiento a caminos y trochas, la apertura de nuevas...
El mal estado de muchos caminos de montaña, por otra parte, también dificulta la entrada de los equipos que realizan estas acciones y hasta de los medios para extinguir un fuego, si sucediera.
Y han sucedido, en demasía...
Como le decía, este año es un periodo a estudiar. Durante el pasado lustro, los incendios se redujeron, tanto en la cantidad de siniestros como en las hectáreas dañadas. El año pasado, por ejemplo, tuvimos cinco fuegos y 34,4 ha, y el anterior, ninguno.
Sin embargo, solo del 17 al 30 de abril último ocurrieron 15 incendios forestales, un récord. Y eso hay que evaluarlo, la disminución de la humedad relativa, la pérdida de verdor que se notó en la vegetación desde finales de febrero, toda la carga combustible que hoy permanece en los bosques.
Estudiar y actuar, cambiar lo que podemos, es lo que nos toca.
Comentarios
Es difícil pensar que las personas vayan a explotar los recursos del bosque con racionalidad.
Nos pasará lo mismo que con la Pandemia: Sabiendo que las personas no tienen suficiente percepción de riesgo, no se toman medidas o en el mejor de los casos, no se hacen cumplir a cabalidad las normas que nos salvarán.
Como en otras ocasiones, exhorto a la prensa dar seguimiento al tema que ha emergido. !Qué triste sería saber, que nuestros bosques vuelva a sufrir igual situación y peor aun, que se mantengan las deficiencias aquí planteadas.
Saludos.
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