Leandro 1Leandro preparó con tiempo los semilleros para la próxima campaña de cebollas.El campesino Leandro Lorenzo de Dios, de la Cooperativa de Crédito y Servicios (CCS) Enrique Campos Caballero, es ejemplo a imitar en la producción alimentaria.

Ni siquiera las adversidades del clima imperante en Lajitas de Paraguay, donde está enclavada su finca de más de 30 hectáreas, le impiden obtener buenos resultados en la mayoría de los cultivos.

En esas tierras, heredadas por su padre, nació y se crió.

“Desde pequeño siempre he visto cultivar el campo. Tal vez por eso me enamoré de esta dura e indispensable labor.

“El viejo compró una casa en la ciudad de Guantánamo cuando yo tenía cuatro años, sin embargo, siendo estudiante venía a la finca los días que las clases terminaban temprano y los fines de semana. Estar ese tiempo al lado de mi papá despertó mi interés por la tierra y me aportó conocimientos y habilidades”.

Con solo 16 años se incorporó a trabajar en la finca, tras graduarse de Técnico Medio en Electrónica, oficio que no ejerció nunca, y ya cumplió 39.

“Soy el único hijo varón y, además de gustarme esta labor y dedicarle tiempo y sacrificio, tengo la responsabilidad de mantener la finca, de la cual depende el sustento familiar”.

De todas las áreas, las cuatro hectáreas (ha) adquiridas en usufructo son las mejores. “En ellas siembro maíz, plátano, yuca, tomate, cebolla..., desafiando las adversidades del clima, que es demasiado caliente y seco, muy dañino para los cultivos”.

No obstante, ha tenido que aprender a producir en ese lugar cercano a la costa, donde el suelo es salinizado y continuamente debe recibir adecuado tratamiento para sacarle el máximo provecho.

“Lo fertilizamos con gallinaza y estiércol de reses que yo mismo recojo en corrales de vecinos, ya que la tierra sin nutrientes se degrada y llega el momento que no sirve para cultivar. Mantenemos buen drenaje y el suministro de agua es dosificado”, explicó mientras recorre los campos.

El agua se bombea desde la estación ubicada en el río para un tanque elevado. Desde allí se distribuye por gravedad a los campesinos de la zona.

“Nosotros la traemos hasta los campos, a un kilómetro de distancia, por conductoras antiguas y zanjas, que hay que vigilar para evitar tranques. Esa tarea implica un esfuerzo adicional.

“Aunque no es de calidad, el líquido no falta desde que funciona la estación de bombeo, hace más de 15 años”, comentó.

“Pero debemos regar por aniego, método antiguo y poco ahorrador, pues solo tenemos un sistema de 10 aspersores y un pequeño motor Lombardini, que se utiliza en lugares donde el agua no llega por gravedad, como los semilleros de cebolla”, señaló.

“Trato siempre de tener varios cultivos, por si algunos se afectan poder disponer de otros”.

Para Leandro es importante la atención a la siembra. “Ello implica sacrificio y dedicación, invertir recursos, tiempo de trabajo, muchas veces sin pensar en el Leandro 2El agua por gravedad llega, mediante zanjas, hasta los campos ubicados a un kilómetro del tanque distribuidor. cansancio para lograr resultados favorables y mayores beneficios”.

También considera determinantes el conocimiento y la aplicación de la ciencia y la técnica en la agricultura. Ha participado en varios fórums sobre semillas y otras materias, pero considera de incalculable valor la experiencia y las habilidades adquiridas con los años de trabajo junto a su padre y abuelo.

Partiendo de esos presupuestos ha obtenido más éxitos que derrotas. “Estas últimas nunca faltan, pero seguimos luchando, porque no podemos abandonar la tierra que es nuestra principal fuente de riquezas”.

Entre sus logros mencionó los altos rendimientos en cultivos como maíz, cebolla, tomate, yuca y plátano.

“He cosechado cebollas de hasta dos libras y racimos de plátano que sobrepasan el quintal, la mayoría de las veces aplicando solo agua, productos biológicos y atenciones culturales, fundamentalmente la limpia de los campos”.

En medio de la tensa situación que atraviesa el país, agravada por el endurecimiento del bloqueo imperial y la pandemia generada por la COVID-19, que limitan la adquisición de recursos e insumos para la Agricultura, el abnegado campesino no se cruza de brazos.

“Ante la escasez de fertilizantes químicos y pesticidas, empleo tabaquina, cal, semillas y aceite del árbol de Nim y otros productos naturales que la CCS gestiona y vende a los cooperativistas. Hay que hacer parir la tierra usando buenas prácticas para garantizar alimentos. Para lograr ese objetivo llego a la finca a las cinco de la mañana y me voy de noche”.

Muchos cooperativistas deben mirarse en el espejo de este consagrado campesino y como él, aportar más alimentos para el abastecimiento de la población.

Comentarios   

0 #1 Manuel 28-09-2021 23:52
Un hombre de sacrificio. Te agradezco el esfuerzo q haces. Tu ejemplo se multiplica.
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