Cuando la madre de Raulito decidió mudarse para La Habana con su hijo, la abuela del niño estaba segura de que él extrañaría a Rita, su seño. Su nieto se lo repetía porque como sus condiscípulos él sentía respeto y cariño especiales por su maestra de Matemáticas.
Nunca escuchó a Raulito decir que su seño es máster en Ciencias de la Educación Primaria; que ostenta la distinción Joya de la Pedagogía en Cuba; ni que a lo largo de sus cuatro décadas y media de labor ha resultado premiada en concursos nacionales y provinciales del sector.
Mucho menos que por varios años se ha dedicado a la preparación de jóvenes que se forman para el magisterio. Probablemente tampoco le oyó hablar de que ejercía como tutora de tesis de maestría y licenciatura en Maestros Primarios... porque es muy posible que Rita jamás le hable de eso a sus alumnos.
Raulito sí sabe, como dicen los del aula 6to. A del seminternado 2 de Diciembre, ubicado en el reparto Caribe, que la maestra Rita “está escapa” enseñando Matemáticas; y que si le solicitan seleccionar al mejor alumno de su aula y asignatura para asistir a una actividad “da bateo” para que le admitan más, y allá van el más sobresaliente y el que menos lo es; el más disciplinado y el más bellaco. Ella sabe que esa “técnica” no falla en eso de ganar más estudiantes aventajados y de buen comportamiento.
El niño iba a extrañar a esa educadora que, al borde de sus seis décadas de vida, canta y dice poemas en el aula cuando el momento es apropiado; les enseña a bailar danzón, casino, y hasta reguetón en el receso o en actividades extra clase.
Los lleva a eventos… A su maestra de Matemáticas le gusta la historia, escribe poemas; y los lleva a la feria del libro; con ella aprenden del amor al prójimo y, especialmente del valor de la solidaridad; los induce a cultivar el comportamiento fraternal con los compañeros del aula, sus vecinos, los necesitados...
Los niños extrañan el ejemplo de quienes sobresalen y callan sus hazañas cotidianas, Raulito estaba bien enterado, no porque se lo haya dicho ella, que su maestra de Matemáticas es la presidenta de su CDR y que en plena pandemia se convirtió en mensajera voluntaria; que es la secretaria del buró sindical, presidenta del club Amigos de José Martí y de la Asociación de Pedagogos de Cuba en su seminternado.
Sabe, al igual que su abuela, que no por todo su activismo fuera y dentro de la escuela, la seño Rita pasa por alto el cumpleaños de sus alumnos, el recuento histórico o la búsqueda de alguna curiosidad al escribir sobre el pizarrón la fecha del día al comenzar su turno de clase.
El día de su cumpleaños, que se lo celebraron sus alumnos muy bonito durante el receso, les informó que era seis de octubre y cumplía 60 años. Entonces escribió en la pizarra 6/10/60 y explicó: 6x10 es 60; 60 dividido por 10 es 6, y 60 entre 6 es igual a 10.
Esta fecha es curiosa, les dijo e invitó a que en sus casas buscaran otras fechas curiosas, poniendo el año de nacimiento de los niños, de sus padres o hermanos como dividendo, y los incitó a investigar.
Por eso cuando Raulito se fue a vivir a La Habana con su madre y dijo que extrañaría a su seño de Matemáticas, la anciana le prestó mucha atención. Pensó en regalarle a la maestra una foto de quien no sería más su alumno, pero como no suele ser fácil para ella deshacerse de sus recuerdos familiares, pues concretó otra idea...
Unos días después de la partida de Raulito, la abuela sorprendió en plena clase a Rita María Herrera Hechavarría, la maestra, y puso en sus manos un regalo que para la experimentada educadora es especial: la imagen casi exacta de su nieto llevada a un muñeco confeccionado por ella.
Y desde entonces la maestra siente que sigue teniendo a su lado a Raulito: lo ubica cerca de ella en el aula, lo lleva junto a los del grupo a los eventos de la asociación de pedagogos, a la premiación de concursos o cuando lleva a los del grupo a visitar a un compañero enfermo... Aunque parezca un detalle insignificante, un simple muñeco de trapo, no lo es. Tanto para ella como para sus alumnos, es una lección de lealtad, amor y agradecimiento. Es un símbolo.
Sucede que una cosa es impartir clases y otra bien distinta ser maestro.
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