DSC 3522Carlos Lazo dice que es muy poco. La camioneta con la tonelada de leche, los medicamentos, algunos insumos…, casi nada, si acaso un mes para las más de 200 camas, para los niños del Hospital Pediátrico Pedro Agustín Pérez, “pero dado de corazón”.

Puentes de Amor ha llegado a Santiago de Cuba y Guantánamo. “Nos retaron. Alguien nos dijo en La Habana, mientras cumplíamos con el proyecto Leche para Cuba, que eso estaba muy bien, pero que debíamos venir también aquí. Es cierto, y aquí estamos”.

Dice el profesor que hubiera preferido que no fuera necesario venir con un donativo así, que lo ideal es que el país pueda buscar y comprar por sí mismo los medicamentos, la leche, lo esencial…, sin el criminal lastre del bloqueo.

Y nos pide hablar de Code Pink, en la persona de Medea Benjamin, porque también se ha unido a la iniciativa en favor del pueblo cubano, en contra de la indecencia. “Los norteamericanos tienen que saber que Guantánamo es también este hospital, son los médicos que salvan niños, la gente generosa, luchadora, buena”, nos dice ella.

También, precisa que la lucha ahora es por sacar a la isla de la lista de países patrocinadores del terrorismo. “Cuba ha sido víctima del terrorismo; que lo patrocina no se lo creen ni siquiera los miembros del gobierno”.

El debate transcurre. Las experiencias. Alguien dice Leche sí, bloqueo no, y el coro se enciende. Otro cita a Martí en su alerta antiimperialista, tras unas gafas que no dejan ver el cansancio. Son una docena de personas entre norteamericanos y cubano norteamericanos que se mezclan, preguntan, se interesan.

Cuando termina el encuentro formal, muchos, educados pero persistentes, quieren una foto con el Lazo de carne y hueso, que accede pero insiste que Puentes de amor es mucha gente, alguna anónima, que prefiere no ir a las caravanas por las presiones, pero ayuda…, y que se hacen gestiones para las cánulas que necesitan los niños, “imposibles ahora. Nadie nos quiere vender cuando saben que es para Cuba. Es terrible. ”.

Después del Hospital, vamos al otro extremo. Es mediodía cuando los solidarios llegan a El Porvenir, el Hogar para niños sin amparo familiar del reparto Rubén López Sabariego, “y la verdad es justo que le hayan cambiado el nombre de amparo filial por familiar, porque a estos niños le podrán faltar muchas cosas, pero el amor aquí se sobra”, asegura el artífice de los puentes, el hombre que regresó del odio y desde su opuesto va alumbrando el camino.

Chacho, el único niño que vive allí en estos momentos, se ríe y en cuanto puede se escabulle para volver a sumergirse en un celular, en la música. Los visitantes van al detalle, a los cuartos, a la sala de computación, al huerto que espera una lluvia que caerá algunas horas más tarde.

De regreso, pasamos por la cocina. “Huele, mmm. No te acuerda la comida casera”, le pregunta una chica de la comitiva a su pareja y ambos sonríen, mientras el frijol se anuncia en los vapores.

En unos minutos, el profesor Carlos Lazo pedirá una extensión y presentará la donación, “sencilla, nacida de la iniciativa de uno de mis alumnos, un chico especial que proyecta sus energías en ayudar a mi país, y que un día se le ocurrió mandar pan para Cuba”.

“Este equipo lo donó un cubano americano que sabe del proyecto, y lo hace todo. Para una libra de pan usted le pone dos vasos de harina por uno de agua, sal, una cucharadita de levadura, lo enciendes, esperas cuatro horas y ya está…”, dice Lazo mientras muestra el proceso.

Alguien transmite en vivo y, del otro extremo, un internauta pregunta si la masa lleva aceite. “Puedes echarle, y también manteca… y si quieres le pones azúcar y haces pan dulce. A mí me gusta el básico, y el aceite se lo echo después. Lo hago con mis alumnos, porque les enseño español pero quiero que puedan sentir las palabras, olerlas, probarlas”.

Deja el equipo trabajando y se despide, prometiendo que “con el primero que venga, les mando harina y levadura, que yo sé que también están difíciles de conseguir”.

El sol pica afuera y todavía queda por ver. Alguien dice que la próxima parada es el Museo Provincial, en especial la sala dedicada a la Base que ocupan los Estados Unidos a la entrada de la Bahía…, y escucho planes. Para más donativos, para más equipos, para más amor.

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