“Trabajar en la agricultura es mi forma de aportar en el esfuerzo común para hacer más sostenible la alimentación”, dice esta laboriosa campesina.“Yo soy guajira de pura cepa”, fue lo primero que me dijo al verme Rosa Idalmis Bueno Zapata, como poniendo una justificación al supuesto nerviosismo que le causaba estar frente a un periodista, pero lo real, es que descubrí en ella una excelente conversadora.
Vecina de Naranjo Dulce, cerca de El Silencio, en el municipio de Niceto Pérez, esta campesina vive hoy entre tres grandes pasiones que la mueven y motivan: la economía, el trabajo en el campo y la defensa del empoderamiento femenino.
Entre números y el campo
Rosa Idalmis desde hace 13 años trabaja como económica en la Cooperativa de Crédito y Servicios (CCS) Lázaro Peña, con sede administrativa en Filipinas, base productiva que ha sido reconocida como Vanguardia Nacional y tiene 125 cooperativistas dedicados, sobre todo, a la ganadería y los cultivos varios, y que ahora mismo cosechan calabaza, boniato, tomate, y ponen énfasis en la leche, con un seguimiento de lo que se debe entregar cada día, el que no lo hizo y el porqué.
“La economía me gusta. En mi entidad estoy sola en esa área y por ello lo mismo hago contabilidad, que llevo la caja, las contrataciones o los recursos humanos. Todo eso en realidad lleva mucho trabajo, pero sale poco a la luz pública, tiene poco reconocimiento.
“Estoy pendiente a todo. Fíjate que mis campesinos ya pagaron su Declaración Jurada. Con eso no jugamos, los visité uno a uno, les informé lo que debían pagar, recogí el dinero y ya lo entregué. Trato de evitarles que tengan que ir hasta La Yaya -capital municipal- a cobrar o hacer ese tipo de gestión de pago, porque es muy difícil el transporte. Si van todos, no entran en los dos viajes de guagua que tenemos al día, porque en la zona son varias las cooperativas. Sin contar que lleguen al Banco y no tenga conectividad o falte la corriente, sería una viaje de muchos por gusto”, cuenta.
Junto a su desempeño como económica, Rosa Idalmis comparte su labor en el campo, específicamente en la finca La Esperanza, ubicada en Naranjo Dulce, perteneciente a la CCS Sabino Pupo.
“Tengo 2.69 hectáreas que me entregaron en usufructo hace tres años, como resultado de un proyecto de género de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP), con el cual aprendí que la mujer puede vivir de lo que cosecha y por el que recibí preparación en talleres en Guantánamo, Sancti Spíritus, Mayabeque y La Habana.
“Me dedico a los cultivos varios y a la ganadería, con la ayuda de mis dos hijos, que viven conmigo en la finca junto a una yerna y mi nieta. Hemos cultivado pepino, frijoles, yuca y calabaza, que permiten hacer los aportes a la cooperativa y el autoabastecimiento, además de suministrar alimentos a algunos vecinos, así como la entrega gratuita al comedor comunitario que atiende a personas vulnerables.
“Tengo dos vacas y 25 cabezas de ganado menor, específicamente ovino-caprino. La leche que obtenemos va para el lugar que le corresponde por convenio, porque es la forma de contribuir a que lleguen a nuestro niños”, dice Rosa Idalmis, quien anda buscando posturas de ajo porro, berenjena y perejil para seguir ampliando sus cultivos.
Ante la pregunta de cómo se hace para enfrentar la sequía que generalmente azota a esa zona, responde que tiene la suerte de tener al lado de la casa un pozo que no se seca, y pudo comprarse una turbina. “Busco el horario de la tarde-noche para regarles un poquito de agua a las plantaciones. Este año no ha llovido, pero la naturaleza nos ha favorecido con abundante neblina, que aporta humedad”.
Enamorada de su finca, confiesa que no le gusta estar muchos días alejada de ella, porque está muy acostumbrada a la vida del campo y por eso siente necesidad, cuando se levanta, de correr a ver sus gallinas, si cacarean en la noche observar si un animal anda rondando y si va a parir una chiva, no demorar en socorrerla.
Mujer todoterreno
Rosa Idalmis (segunda de derecha a izquierda) fue una de las delegadas guantanameras al XI Congreso de la FMC. Junto a la economía y la finca, Rosa Idalmis también desarrolla una intensa tarea, en la brigada Federación de Mujeres Cubanas-ANAP, de la CCS Lázaro Peña, compuesta por 17 mujeres de Maca Abajo a Filipinas, no todas dedicadas directamente al campo.
“Hacemos un fuerte trabajo comunitario. Tenemos mujeres dedicadas a viveros de plantas frutales, medicinales y de flores; ordeñadoras de cabra, otras que cultivan la tierra, una es costurera y algunas aportan con su creatividad. Estamos abiertas a que se sumen todas las interesadas.
“Nos reunimos cada tres meses para pasar revista a lo realizado y proyectar las próximas acciones, entre ellas, impartir cursos sobre temas variados a los niños del Centro Mixto Ángel Guerra. En este objetivo de lograr el empoderamiento femenino, lo mismo compartimos semillas entre nosotras para ampliar la variedad de nuestras plantaciones, que intercambiamos con campesinas de otras cooperativas”, explica.
Precisamente esas experiencias en el camino de que existan más mujeres lideresas, que tengan más derechos a participar en tareas administrativas y en cuanta labor se sientan aptas, llevó a Rosa Idalmis al XI Congreso de la FMC, donde fue la única delegada de Niceto Pérez y una de las dos campesinas guantanameras.
“Ser delegada es un altísimo honor. De ahí salí con nuevas experiencias que expandiré en mi radio de acción. Uno de esos principios es que la Revolución ha hecho mucho por las mujeres, y nosotras desde la creatividad y nuestra entrega a cada labor debemos aportarle también a la Revolución.
“Siempre digo que en la mujer está la confianza. No hay tarea que nos den, por difícil que sea, que no demos el paso al frente. Somos laboriosas, comunicativas y tenemos la capacidad de hacer muchas cosas al mismo tiempo, sin descuidar nada”, expresa Rosa Idalmis, quien asegura que si hay algo que sigue tratando de poner freno al avance femenino es el machismo, porque muchos hombres no aceptan que sus mujeres se desarrollen, vayan a eventos, se superen y sean independientes. “Todos tenemos los mismos derechos, lo tienen que entender”.
Ante cualquier llamado a una movilización, un aporte o alguna actividad de la FMC o la ANAP, Rosa Idalmis responde, porque sentirse útil es parte de su carácter. “Por ahí algunos dicen que soy una reventá, pero solo soy una mujer que le gusta estar siempre activa, y doy prioridad a las cosas, la economía, el campo, la familia, el activismo femenino y el aporte a la Revolución, todo tiene su espacio, porque son importantes y me apasionan”, concluye.