En la Casa del Joven Creador, sede de la Asociación Hermanos Saíz (AHS), la humedad impera, grafitis que antes daban color al escenario sucumben bajo el polvo de reparaciones inconclusas.
Aun así, el arte no se detiene, mientras la sede resiste a la espera de una remodelación que nunca llega.
En Guantánamo, buena parte de los eventos culturales más relevantes de las últimas décadas se han gestado entre las paredes de esa céntrica sede. La institución funciona como trampolín para muchos creadores que se benefician de sus becas o que dan sus primeros pasos en el escenario de la Casa, de los cuales no pocos encuentran allí su primer espacio de legitimidad. Sin embargo, la institución del arte joven guantanamero atraviesa hoy uno de los momentos más críticos desde su fundación.
La Casa por dentro “En 2024, como parte de los acuerdos del cuarto Congreso de la AHS, comenzó la reparación de la Casa del Joven Creador en coordinación con la Dirección provincial de Cultura. Como Asociación no contamos con partidas para mantenimiento o inversión; dependemos de nuestros aliados”, explicó el presidente de la filial guantanamera, Dairon Martínez Tejeda.
Según el directivo, tanto Cultura como el Gobierno se habían comprometido con un proyecto de diseño innovador que trans- formaría la sede en un espacio atractivo para los jóvenes, en busca de propuestas alternativas. El costo inicial ascendía a unos 16 millones de pesos cubanos y contemplaba una remodelación total.
“Sostuvimos reuniones con directivos de Cultura y se acordó trabajar en el proyecto”, precisó Martínez Tejeda. “Cultura siempre mostró su disposición de resolver el asunto y nosotros confiamos en la solución a tan esperada acción”.
En 2024 comenzó la faena, debía tomar un año o menos en su primera etapa, solo abarcaría el primer nivel del inmueble. La situación del país, en especial la del territorio, condujeron irremediablemente a una paralización de las acciones por falta de recursos.
La voluntad de echar a andar el proyecto no se detuvo, tanto la AHS como Cultura buscaron otros actores, estatales y no estatales, con los recursos en mano para continuar la obra.
El problema fue entonces la falta de financiamiento, para esto último se dialogó con Alis Azahares, la gobernadora, quien señaló que la obra no estaba incluida en el plan de inversiones, de la Dirección provincial de Cultura, pero debían procurarse alternativas.
Los nuevos actores retomaron la construcción, que hasta ese momento había trabajado el sistema sanitario, parte del drenaje pluvial y desmontado todo el piso del patio más el tabloncillo, señaló el propio presidente.
¿Manos a la obra? Esa remodelación no fue la primera que recibió la AHS. Repa- raciones anteriores sin la calidad requerida habían heredado fallas en tuberías, redes eléctricas y servicios sanitarios.
El nuevo plan era más ambicioso. Ejecutar la rehabilitación por etapas, primero el piso inferior (el de mayor uso) y luego el resto de la sede. Pero con la misma rapidez que inició todo, así fue la paralización de la obra, que provocó la inutilidad del espacio principal y, con ello, una marcada disminución en la asistencia a las peñas y actividades culturales.
Aideé Rodríguez Infante, directora de la Casa del Joven Creador, señala que tras la retirada de una brigada santiaguera de las contratadas por la Unidad Presupuestada de Apoyo a la Cultura, se recurrió a una brigada local para trabajos mínimos que abarcarían inicialmente las mejoras en la apariencia de la institución.
Pero tenían como condición el pago adelantado para la compra de materiales de construcción, cuestión que nunca sucedió y, por tanto, las labores siguieron paralizadas.
Aunque el problema ha sido expuesto en Consejos Nacionales, de la AHS, reuniones de Gobierno y despachos con Cultura, la respuesta siempre "tropieza" con la misma traba, el presupuesto. Sin estar en el plan de inversiones, es lógico que no exista un monto fijo para la remodelación, de modo que todo depende de recursos “raspados” a última hora.
La otra cara del problema Del otro lado del problema habla Yoelvys Labañino López, director provincial de Cultura, quien explica que “la idea que tenemos para intentar resolver ese asunto parte de las inejecuciones del presupuesto gubernamental, direccionar ese dinero y así empezar con las acciones constructivas, pero aun teniendo el dinero si no hay entrada de materiales la solución se complica”.
Una alternativa sería la contratación de actores privados, pero su participación encarecería el costo más de lo que ya es.
“Estamos trabajando en el Plan de inversiones del 2026, en el cual se defenderá la construcción en la Escuela de Instructores de Arte, la sede de la compañía Danza Libre y la construcción de la sede de la Asociación”, precisó el dirigente.
“Entre los primeros trabajos que se hicieron estuvo la impermeabilización de la cubierta, durante el anterior mandato, hace ya unos años. Se realizaron algunos arreglos generales en la fachada. Ana Iris, presidenta en momentos anteriores a Martínez Tejeda, determinó cerrar las labores de la brigada santiaguera, ahí se complicó más la situación”.
En ese entonces la AHS tenía financiamiento, reducido, pero era algo para empezar, pero la mano de obra no aparecía. “En ese contexto surgió el nuevo proyecto para La Casa del Jo- ven Creador, que se presentó al Gobierno, con un costo de 16 millones de pesos, un monto excesivo”.
Del daño social, ¿quién habla? La crisis económica que vive Cuba ha eclipsado otros debates, pero el deterioro de espacios culturales como la AHS tiene un impacto silencioso, pero profundo. La juventud se ve cada vez más expuesta a productos culturales foráneos que desplazan a los nacionales. Perder instituciones como esa no solo debilita la creación joven, erosiona la preservación de la identidad.
No pocos crecieron entre esas paredes, trovadores, “frikis”, ra- peros; hallaron libertad creativa sin prejuicios. Allí iniciaron figuras como Soldado Raso, Ury Rodríguez, Adriel Bosch, Daniel Ross o Eldys Baratute. El vacío no es solo físico, también afecta la defensa de la nacionalidad a través del arte.
Una renovación en todos los sentidos El país atraviesa un proceso de transformaciones económicas donde varias instituciones adoptan nuevas formas de gestión para sobrevivir y reducir la de- pendencia del presupuesto central. ¿Y la AHS? La organización enfrenta su mayor debilidad, precisamente en lo económico, su presupuesto cubre promoción y gastos fijos. De- pende, entonces, de instituciones como Cultura, que no siempre cuentan con el fondo necesario, y yendo a lo legal su correspondencia está en la sede nacional de la AHS, aclaró Labañino López.
¿Soluciones? Permitir que las sedes provinciales desarrollen proyectos de ingresos (cafeterías, librerías, estudios de grabación) bajo determinados estatutos.
Garantiza una autofinanciación parcial sin desvirtuar su esencia.
Otra alternativa es la creación de fondos mixtos, integrados por asignaciones estatales y donaciones fruto de convenios.
El patrocinio cultural, a través de vínculos con entidades públicas y privadas que podrían fortalecer su estabilidad.
El reloj corre y cada día que pasa se agrava el daño material y social. La Asociación está más que obligada a evolucionar o ver cómo desaparece lentamente.