oAlberto Fernández, director de la Empresa Agroforestal Maisí.

 

Mínima fue la afectación del huracán Melissa a la cosecha cafetalera en desarrollo en el municipio de Maisí.

Así lo corroboran directivos del sector agrícola en ese extremoriental territorio. Dicho calificativo encierra honestidad, valentía y la convicción de trabajar duro, hasta el final de la campaña, para cumplir el plan de acopio previsto, que alcanza 160 toneladas.

Otros, en otros momentos, se han aprovechado del paso de un fenómeno hidrometeorológico para justificar el incumplimiento, a veces existente antes del azote.

Ante el significativo daño al cultivo en los municipios de El Salvador y Yateras, los de mayores acopios previstos en esta zafra, le corresponde a Maisí enarbolar el estandarte del cumplimiento del plan, que si bien es bajo, teniendo en cuenta la tradición productiva de la localidad, debe trazar el sendero hacia metas superiores.

Ríder Matos Mosqueda, delegado de la Agricultura en el municipio, informó que “Melissa tumbó parte del café maduro existente en las plantaciones, el cual nos esforzamos en recoger. Aún con la pérdida de algún lote, por el arrastre de las aguas, tenemos la certeza de que existe grano en las matas para alcanzar el plan de acopio”.

Dicho criterio es compartido por Alberto Fernández Marzo, director de la Empresa Agroforestal Maisí y por Leonides César Lores, veterano especialista de zafra, quienes al anterior elemento suman el diálogo sostenido con los productores, trascendido en compromiso, de entregar parte del café de su autoconsumo para destinarlo al plan de acopio del municipio, afectado a inicios de la zafra en unas 12 mil latas por las intensas lluvias de fines de septiembre y principios de octubre últimos.

Otro elemento favorable para alcanzar la meta tiene que ver con el incremento de la calidad del grano, el cual favorece el rendimiento industrial y deriva en más toneladas con menor masa de café.

Hasta el martes último Maisí había acopiado 74 mil latas, equivalentes a 109 toneladas oro, las que representan el 68 por ciento de su compromiso.

Si bien resta tiempo para llegar a la meta, nadie debe confiarse. La historia demuestra con elocuencia que el final de las cosechas cafetaleras es tenso, pues llega el cansancio de la fuerza y, más que ello, cierta desmotivación al no querer recoger la llamada granera, que no pocas veces decide el cumplimiento o no del plan. Es muy duro “morir en la orilla” después de meses de mucho esfuerzo.

El chequeo diario de la tarea por el Partido, el Gobierno y la Agricultura a la zafra denota la prioridad de la tarea, la que, en esta ocasión, según César y Alberto, contó en tiempo con recursos imprescindibles como clavos de herrar, sacos, herraduras y los módulos de alimentos.

Estos últimos disponen de 2 kilogramos de arroz, uno de azúcar, 800 gramos de pasta alimenticia y un litro de aceite, y se venden a los productores que entregan diez latas de café de primera calidad.

1.2 Leonel y María Juana dan su aporte a la recolección.

El apoyo a la cosecha

Otro de los puntos fuertes de la zafra en Maisí lo constituye el apoyo de recogedores provenientes de los diferentes organismos. Solo de la Empresa Agropecuaria sumaban 117 los que apoyaban la recolección cuando Venceremos los interpeló en plena cosecha en las inmediaciones entre las comunidades de Los Llanos y Santa Martha.

“Aquí estoy, recogiendo el café que está en las plantas y en el suelo. Cosechar del suelo es mucho más difícil que de las matas, pero hay que hacerlo para reducir en lo posible la pérdida del grano y contribuir, lata a lata, al cumplimiento del estimado del municipio”, expresa con desenfado Leonel Pelegrín Ortiz, trabajador de la dirección de la Empresa Agropecuaria maisiense.

“Es un deber dar mi aporte a la actividad económica del momento en Maisí, a la más emergente, si bien hay otras de prioridad permanente como la siembra de viandas, hortalizas y granos.

“Recojo todos los años, tengo experiencia y destreza para que mi contribución se sienta y para sentirme satisfecho conmigo mismo”, afirma para acto seguido presentarnos a María Juana Romero Gaínza, quien lo retaba morral en la cintura en una carrera contigua.

Educadora en el Centro Mixto Álvaro Reynoso, de Santa Martha, María Juana asegura que aún existe suficiente café en las plantaciones para lograr cumplir el plan del municipio. “Eso sí, pero debemos controlar diariamente la maduración y no dormirnos en los laureles”, comenta basada en su experiencia en infinidad de zafras.

2.3En la industria del despulpe se libra una contienda diaria.

Consagración en la industria

El desempeño de los trabajadores de la industria no admite otro adjetivo que el de meritorio. En Santa Martha, Cantillo, Cupey, Vertientes y demás despulpadoras se libra una batalla dura, día a día, jornada por jornada para garantizar el beneficio del grano y, consecuentemente, su calidad para la exportación y el consumo nacional.

Esa faena lleva infinitas horas de vigilia, en espera de las pocas horas con disponibilidad de fluido eléctrico. Los trabajadores están al tanto de la situación del país en ese servicio, por eso no escatiman pernoctar en sus puestos de trabajo y despulpar, generalmente, en horas de la madrugada, cuando llega la corriente.

“Aquí el trabajo inicia a la una de la tarde y no tenemos hora de terminar. Muchas veces el despulpe lo realizamos pasada la una de la noche, cuando ponen la electricidad, dos o tres horas”, relata Freddy Cantillo Reyes, operario de la despulpadora de Santa Martha, con más de 30 años en esa industria.

Agrega que el café que no pueden despulpar por la causa mencionada se envía directo a los centros de secado, pues de lo contrario, pasadas unas horas se fermenta y pierde calidad.

Muestra satisfacción pues el esfuerzo es recompensado con una retribución monetaria, que en su caso oscila en los 20 mil pesos mensuales, según sus palabras.

Iraílde Matos Cobas, administrador de la despulpadora de Cantillo, corrobora las palabras de Freddy y dice que en su colectivo, además del fluido eléctrico, los afecta en estos días la falta de disponibilidad de agua, por tupición en la conductora que conduce el líquido hasta la planta.

Cuando no podemos despulpar por alguna de esas causas, enviamos el café para la industria de Cupey, que sí tiene agua segura, de manera que no se afecte la calidad del grano, asevera Iraílde.

Maisí, otrora gran productor de café en Cuba, ha visto decaer su liderazgo en los últimos años por causas diversas: entre otras el destino de las áreas de cafeto a otros renglones, desatención al cultivo, abandono de fincas… y, sobre todo, los incuestionables daños de los huracanes, encabezados por Matthew en octubre de 2016, que destrozó totalmente las plantaciones.

Después de Matthew los cafetales maisienses tuvieron que rehacerse y en la mayoría de los casos los productores partir de cero, tanto que en la cosecha inmediata (2017-2018) apenas se acopiaron 7 toneladas.

A Matthew se sumó el pasado año el ciclón Oscar, seguido de una sequía intensa y, finalmente, intensas lluvias entre fines de septiembre y principios de octubre últimos.

Pero los cafeteros maisienses no se rinden. Están como lo estuvo el célebre combatiente bolchevique Mijaíl Frunze, de cara a todos los huracanes.

 

 

 

 

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