Es cierto que el cubano (tal vez en otras latitudes igual sucede) tiende a suplantar voces y frases del lenguaje popular, por otras que por diferentes vías nos llegan de más allá. Se hacen populares y van de boca en boca incorporándose a la comunicación como una especie de moda.
Es el caso del ''vale'' con el que los españoles confirman que están de acuerdo o les parece bien algo. Y, aunque es correcto, en tanto son sinónimos, según el Diccionario de la Lengua Española, la verdad es que el empleo de la palabrita es un hábito importado y, digamos, una de las muletillas estrella del momento, que no la única de la que nos hemos apropiado.
Pues, esta historia ''nació'' en una parada de ómnibus y por eso de la gente a la que se les pegan ciertas maneras de hablar y lo hacen con tanta frecuencia que molesta o, al menos, llama la atención.
Resulta que llegó al estacionamiento una muchacha, toda emperifollada ella y, apenas se suma al gentío que espera la guagua, suena el celular que lleva en sus manos. Con un tono de voz lo suficientemente alto como para que todos escuchemos, responde:
-Hola, guapo... vale, vale, nos cogemos allá ‘alante...
Como siempre hay quien no se queda callado ante lo que ve o escucha, una mujer joven comentó:
-¡Oye para allá, eso sí es ser creativo! Vaya mezcla de español de España con vulgo cubano.
Claro. Es que en nuestro país, en Guantánamo, la guapería es otra cosa y no una manera de referirse a una persona bien parecida. Para nosotros es lindo, bonito e, incluso, en su variante tropical, un mango. Y el ''vale'', ya saben... Pero bueno, el caso es que ellas siguieron...
-Yo hablo como me dé la gana, chica, ripostó la emperifollada, con singular desenfado, pero risueña.
-Sí, claro, pero se te sale el solar.
-Solar ni solar, mi’ja, yo soy de Bayate y tengo una casita que no se la envidio a nadie.
Ni cuenta me di en qué momento ocurrió, pero aquellas dos mujeres terminaron de buenas maneras, parecían amigas de toda la vida en una charla, al parecer, muy divertida, a la cual, por supuesto, me sumé. Yo esas oportunidades no me las pierdo, qué va. En esas circunstancias, como si no pasa nunca la guagua.
-Esta mujer sí que es graciosa después de todo, dile que te cuente, me dijo la española de Bayate sobre la otra.
-Nada, hija, me comentó, que el caso de mi marido es peor. Él es Licenciado en no sé qué que tiene que ver con el arte, pero toda su vida ha sido jefe en otra cosa, siempre en la parte de Comercio, de la economía, algo de eso, y me saca de paso con su lenguaje burocrático.
- Cuéntame, cuéntame cómo habla, le pedí casi con desespero.
-Mija, tú sí que eres chismosa, parece una periodista, contestó atascada de la risa la mujer del Licenciado que es jefe en no sé qué.
Y me contó, casi irracionalmente molesta:
-Siempre le digo a él que use sus palabritas en su trabajo, en las reuniones, pero en la casa, conmigo y los niños, no. Esta mañana lo llamé a su oficina y le dije, mi’jo, pasa por la carnicería a ver si llegó algo, y me respondió: “Sí, no te preocupes, el país está siguiendo el tema huevos e intencionando la solución del tema pollo"·
¿Y qué le dijiste?
-Nada, hija, eso me enciende, le colgué. Y si es cuando me suelta un ''te explico'' cuando le digo que no deje la camisa enganchada de la silla del comedor. O un ''no sé si me hago entender'', por cualquier cosa elemental. Te digo que un día de estos le explico que estoy harta y no sé si me entenderá.
En eso llega la guagua, estaciona y se escucha la voz de un hombre que hace de cobrador:
-Con los pesos en la mano y sin matazón, ¿vale?