Foto: Leonel Escalona Furon
A Liset Samón Leyva la encontramos en su pequeña oficina rodeada de documentos y haciendo numerosas llamadas telefónicas para conseguir la comida del día para las 89 mil 172 gallinas que entonces tenían las 15 naves de la granja avícola Manuel Tames, que administra hace 22 años.
“Así he permanecido durante casi todo el año a causa del inestable suministro de la alimentación, pero estoy aquí, precisamente, para resolver ese y otros problemas que se dan a menudo y a veces se escapan de nuestras manos, sin embargo no podemos cruzarnos de brazos”, comenta.
Aunque tales afectaciones repercuten negativamente en los resultados productivos, no han podido impedir que la Manuel Tames, ubicada en Yateritas, municipio de San Antonio del Sur, cumpla los planes productivos, año tras año. “Ello, sin dudas, se debe al empeño, eficiencia y amor con que trabaja el colectivo”, dice.
“En 2012, por ejemplo, pese a esas irregularidades, estuvo entre la dos mejores del país, con una producción de 23 millones de huevos”.
La directora de la Unidad Empresarial de Base Manuel Tames, perteneciente a la Empresa Avícola de Guantánamo, considera que para que las cosas funcionen bien, además de comunicación y confianza en los trabajadores, debe haber exigencia y control.
“Por ello, trato de cumplir al pie de la letra mis obligaciones entre las cuales la primordial es preservar los recursos que el Estado pone bajo mi custodia, esa es la mejor manera de serle fiel a la Revolución.
“Soy comprensible y tolerante con quienes cumplen sus deberes, pero severa con los que no lo hacen, sin justificación. Los primeros merecen consideración y respeto, pero a los demás, por suerte la minoría, hay que señalarlos en el seno del colectivo para que entiendan la necesidad del cambio”, diferencia.
Graduada de Médico veterinaria, siempre está pendiente de la salud de los animales, sin la cual es imposible que las gallinas obtengan altos rendimientos, por lo que para garantizarla estas deben tener alimentos y agua de calidad de manera estable, algo que pocas veces se logra, según explica.
Para la dispuesta mujer nada es tan importante como la Avicultura, por esa razón desde que se graduó hasta la fecha ha permanecido vinculada a ella, primero desempeñando su profesión y luego, desde 1992, al frente de la granja.
“Cuando asumí la dirección, la unidad estaba prácticamente en quiebra: los planes incumplidos, rendimientos por el piso, indisciplinas, delitos…, y aunque no fue tarea fácil pudimos transformar esa situación y sacarla adelante, con la ayuda de los trabajadores y el mejoramiento de sus condiciones laborales y de vida de los animales”, comenta.
“Cumplir el trabajo con calidad requiere sacrificar el descanso y la familia, pues hay que dedicar la mayor parte del tiempo a la eficiencia para obtener buenos resultados, más ahora que construimos seis nuevas naves que permitirán incrementar la producción en 7,5 millones de huevos, para volver a ubicarnos entre los mejores del país, a partir del próximo año”, augura.
Con 51 años de edad, se mantiene fuerte y optimista. “Trabajaré mientras tenga fuerzas y mi familia, dos hijos, uno médico, y el otro, estudiante de secundaria básica, y mi esposo, oficial de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, coopere en las tareas domésticas, como hasta ahora”, dice con una sonrisa entre labios.
“Gracias a esa contribución, he podido dedicar tiempo a otras responsabilidades en los Comités provincial y municipal del Partido en Guantánamo y San Antonio del Sur, respectivamente, en los CDR y ayudar en las tareas de la comunidad”, relacionó con orgullo.
Mujeres como Liset, que sacrifican parte de su descanso para cumplir sus obligaciones y obtener resultados en su labor, merecen la consideración y el respeto de sus compañeros de trabajo, familiares y del pueblo guantanamero.