Ray Fernandez en gtmo 1Ray Fernández es un animal de descarga. El guión es la noche, el pie forzado, lo que venga. En el Festival Chocolate con Café, ante el público expectante de la Casa de la Trova Benito Odio, se paseó con perfecto desenfado entre los bolerones de bares y cantinas, la trova pura y dura, y la improvisación.

 Tiene, el tempo justo para “engancharte”, sumarte al vacilón aunque en la vida hayas escuchado un tema de su discografía -que a mi generación llegó en mp3, de mano en mano-, ni tengas la menor idea del Ray Tun Tun, o el Motor de Arranque.

Es, también, un ser polémico: No creo que se lo busque, si acaso es que se deja encontrar: quedarse callado parece no ser lo suyo ¿Provocación? ¿Coherencia? No le pregunto. Al menos, no eso.

¿Cómo llega al Chocolate..., cuáles son sus impresiones hasta ahora?

Hace algunos años, Waldito (Mendoza) me habló del evento pero otros compromisos me impidieron venir antes. ¡Esto es un verdadero vacilón! La gente es increíblemente hospitalaria, y muy musical.

Viene con un grupo bárbaro, de músicos muy talentosos. Es interesante porque todavía se dice trova y se piensa en la guitarra. Algo así como trova o música. ¿Cree que en estos tiempos apostar por las dos, es una evolución natural?

El grupo La Barbarie Semiótica nace en El Diablo Tun Tun, de la Casa de la Música de Miramar, y ahí estuvimos 13 años consecutivos hasta que pandemia hizo los estragos que todos conocemos.

Hace mucho tiempo que los trovadores utilizan un pequeño formato como banda. Eso hace más impactante el discurso, evidentemente, aunque a mí con una lata y un palo me sobra para sacar mis versos del alma.

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Me va a disculpar, pero su banda es de pequeño formato por puro número...

Son muy buenos músicos y excelentes seres humanos. Los quiero y los respeto mucho como artistas y amigos.

¿Si tiene que encasillar su música en un género, cuál sería?

Yo preferiría la casilla del repentismo.

¿Repentismo?

Si, improvisador. Un trovador repentista.

Hay una tradición muy fuerte en Cuba de repentismo. ¿Cuáles son sus referentes?

Mis abuelos Armando y Quintín cultivaban el género en descargas; pero más que nada la vieja trova tradicional, especialmente Ñico Saquito.

Tanto el repentismo como la trova necesitan una conexión fuerte con la gente, con la realidad ¿Cómo logra mantener ese vínculo?

Hay que tener sinceridad intelectual ante todo. Uno puede exagerar las cosas para bromear o incluso subrayar ciertas situaciones, pero lo que no debe (creo yo) es omitir, por cobardía o pereza. los problemas del día a día, del cubano de a pie, humilde.

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Son tiempos complejos, empero, y hay mucha gente que prefiere no meterse en polémicas.

Las redes sociales han hecho mucho daño en las relaciones humanas, la cobardía de los perfiles falsos, por ejemplo, los linchamientos mediáticos, etcétera. A mí, particularmente, aunque me atacan mucho por mi filiación política y ciertos criterios, también me han servido mucho para divertirme e incluso como calibrador de amistades.

Hay gente que se enferma de los nervios si le dan un par de No me gusta... o lo bloquean. Yo me río de los peces de colores.

¿Y esos cuáles son?

Ese era un dicharacho de mi abuela para cuando, de niño, me veía triste.

Supongo que uno no puede reírse de todo. ¿Qué lo entristece hoy?

Ver a un joven ignorante. Veo mucha juventud que vive en una especie de analfabetismo funcional. Y créame que, a veces, ando con una máscara de alegría.

Hay pocas cosas que me entristecen... y esa es una de ellas.

¿Se siente, de alguna manera, responsable de cambiar ese estado de cosas?

Me sigue gente de todo tipo... pero no asumo mi trabajo con ánimo didáctico ni mucho menos. Yo sencillamente pretendo entretener “nombrando las cosas por su nombre”, o sea “al pan, pan y al vino, vino”.

En su primer concierto, escuchando algunos de sus temas más polémicos, especialmente Lucha tu yuca, yo pensaba que hubiera sido impensable unos años atrás...

A mí nunca me han censurado como trovador, tengo varios CD con la Egrem -Paciencia, Conciertoski, Mamá ando contento y La Retroguaracha-, ni me han prohibido en ningún lugar oficialmente.

Hay ciertos temas míos que sí no pasan por la radio o la televisión, aunque creo que ha sido más por el criterio de los asesores. De todas maneras, a mí nunca me ha gustado mucho la tv y hablo en serio. Lo mío es tocar en vivo.

 

No dudo que lo siga mucho público, aunque no creo que su música sea apta para cardiacos, hipersensibles, tibios...

Yo incluso he visto a personas salir escandalizadas a dar quejas a la mismísima policía, escuchando lo mismo que a otros les provoca hilaridad. Hay gente para todo.

Su música es muy política, muy social y no voy a preguntarle cómo se inspira porque razones hay de sobra..., pero sí cómo encuentra el punto justo entre la crítica cruda y el compromiso que asume públicamente.

Existen trovadores que abordan lo político de manera eminentemente laudatoria, yo no soy de esos; es obvio que tanto la Revolución como sus líderes y funcionarios ha hecho mucho por el pueblo, pero también hubo y hay soberanas “meteduras de pata” que muy pocos se atreven a nombrar, o prefieren no tocarlas por “discreción”... Pues a mí, esas cosas son las que me llaman la atención y me provocan décimas, sones y guarachas.

Hay canciones como Bucanero, donde hay una visión muy pesimista de todo, pero al mismo tiempo usted no parece tripulante de una nave que se hunde.

Bueno... en el tema, el barco no se hunde, aunque se mantiene a flote por puro milagro.

En todo caso, ¿Cuáles son sus remos, y cuáles sus rumbos?

Yo soy un hombre que se siente profundamente orgulloso de la historia de su país y del estoicismo de su pueblo. Mi rumbo siempre será Cubita. He viajado bastante mundo y me fascina hacerlo y cantar en otras latitudes; pero ya a la semana el pecho empieza a apretar y las paredes se tambalean.

No es chovinismo ni tonto nacionalismo. Me gusta mi barrio, mi gente, mi clima, mi terruño y aquí quiero que descansen mis restos mortales, junto a los de mis ancestros.

No sé cómo explicarlo. Yo puedo estar afuera, cuando más, un mes. Luego, hasta los chorizos me saben amargos.

¿Cuál cree que sea ese milagro, el que mantiene el barco a flote?

La firmeza de los buenos tripulantes.

 

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