Los niños son el principal y más asiduo público de la Cruzada, por eso hay que preservarla como fuente formativa de las nuevas generaciones.
-Señor, ¿ya empezó la Cruzada? -preguntó un pequeño que pasaba a mi lado velozmente.
-Sí -respondí, sorprendido por la agudeza del infante que, por mi apariencia, supo que yo no era de esos lares.
- ¿Hace mucho? - se detuvo e insistió.
- Sí, pero aún tienes tiempo, ¡si te apuras! -lo animé.
- Viste David, viste, aún podemos ver algo ¡Corre, antes de que se acabe! Gracias, señor, gracias… ¡Corre, David!
La voz del niño resonaba enérgica en las calles de Felicidad, allá en Yateras. Mientras se alejaba la voz, por un momento quedé atónito, inmóvil, contemplando aquella carrera contra el tiempo. Quise volver rápidamente a la plaza, había salido del espectáculo en busca de algo para beber... pero aquel chiquillo me hizo olvidarlo todo y regresé, justo para verle llegar y colarse entre la multitud para disfrutar cara a cara del mago, el concierto de Claudio Casal, reír, bailar...
¡Qué mejor recompensa que esa, Dairon! -pensé- La sonrisa, los aplausos, los vítores multiplicados por 200 o más, son los que hacen necesaria la Cruzada Teatral Guantánamo-Baracoa. Esa obra humana de incalculable valor convierte cada año el lomerío oriental en el más grande escenario cultural para el intercambio directo y sin barreras, entre los artistas y los públicos.
Este 2023 el evento llegó a su 33 edición y Venceremos quiso infiltrarse en sus filas para contar desde dentro su historia. Siete días no bastan para resumir las vivencias del ir y venir entre caminos, trillos, ríos, carreteras, terraplenes, palmares, fincas, elevaciones… pero sirven para entender más ese amor casi adictivo, que motiva cada enero a mudar los retablos a las montañas.
En La Ranchería, los pobladores ven a los actores como familia, les preparan comida, café, dulces… mientras ven las puestas en escena.
Primera parada: Manuel Tames, tierra del azúcar
En realidad, la Cruzada Teatral Guantánamo-Baracoa no empieza el 28 de enero, sino antes, con los preparativos de cada montaje, la revisión de repertorios, la confirmación de los invitados y con Cruzados por la ciudad. Este espacio implica la realización de giras por distintas comunidades cercanas a la urbe capital, que aunque están a pocos km, apenas acceden a las salas de teatro por desinterés o simplemente falta de incentivos, de más información o formación.
El hecho es que cuando los integrantes de las agrupaciones: Guiñol Guantánamo, La Barca y Carpandilla (protagonistas fundamentales de este periplo por Manuel Tames y Yateras), se montaron en aquel camión rumbo a las serranías, venían ya con el entrenamiento y el cansancio de varios días de función previa por el Guaso. Un precalentamiento, para lo que venía después.
Durante las actuaciones en los alrededores de la urbe, también se sumaron compañías de danza, músicos, entre otros creadores convidados por la Dirección municipal de Cultura. Es que la Cruzada hace mucho tiempo dejó de ser solo una fiesta del teatro para convertirse en un festival de artistas aficionados, profesionales, instructores de arte, promotores, del pueblo todo.
Por eso no sorprende que al llegar a Manuel Tames, el recibimiento fuese un espectáculo en la Casa de Cultura. Anaisa Lamoth Colás, la instructora de Danza de ese territorio organizó la acogida, que desde hace años se hace habitualmente en esa institución. Esta vez con la acción sociocultural Las Mercedes, compuesta por niños actores inspirados en la Cruzada.
El especialista Ramón Paniagua aprovecha su paso por las escuelas para impartir pequeños talleres de Teatro y Apreciación artística.
“Cuando vienen realizan un trabajo excelente, por la sensibilidad con que laboran, el ahínco y fervor que mantienen, cómo le llegan al niño y al adulto en lugares de difícil acceso, incluso para nosotros. Hoy un cruzado es el regalo más grande para cualquier comunidad”, afirma Lamoth Colás.
Antes de llegar a Jamaica ya el camión, principal medio de transporte de los actores en estos 33 días por las serranías, había comenzado a distribuir los artistas por distintos poblados, previstos con anterioridad. Argeo Martínez es, oficialmente, el primero, por constituir un foco cultural de la haitianidad. Jagüey La Esperanza aguarda al grupo de invitados, entonces se comparte, de parte y parte, ahí yace algo primordial: la retroalimentación.
Mientras se está en Tames la sede del Conjunto Artístico Integral de Montaña brinda albergue a los cruzados. Allí descansan, se alimentan, revisan las estadísticas de cada función, debaten si se cumplieron las expectativas, sueñan próximos shows, también juegan, cantan, se conocen y reviven experiencias, de cuando subían lomas sin casi ningún confort. Hoy la situación es distinta, aún cuando atravesamos tiempos difíciles, todo luce mejor.
Virgen Speck, presidenta del Consejo provincial de las Artes Escénicas, sigue de cerca cada paso del evento comunitario. Pero lo cierto es allá arriba la disciplina, el orden y respeto son normas por las que velan estrictamente Eldys Cuba, Emilio Vizcaíno, Ury Rodríguez y Alexander Barbier, por amor a la Cruzada.
La Cruzada se disfruta a plenitud, tanto por los públicos como por los actores.
De hecho, Eldys es el responsable de orientar el destino y el tipo de función que se hará cada día, incluyéndose a él mismo que aún con sus “achaques de la edad”, no piensa dos veces para montarse en el camión, o en mulo o a caballo y andar decenas de km para presentar el Panadero y el Diablo, una de las puestas previstas en esta edición. Del Guiñol también se presenta: Una culebra en apuros y El Tamborilero; Carpandilla trajo sus Travesuras Mágicas, y La Barca: Macario (para las noches) y Poemas con niños (para el día).
Precisamente con esta última obra se llegó por enésima vez a La Ranchería (ubicada unos 40 km monte arriba y pa´adentro). Allí la llovizna constante fue el primer recibimiento, luego el frío, el agotamiento por más de tres horas de viaje, pero bastó el abrazo de los comunitarios para reponer fuerzas.
Las palabras de una nativa del lugar, Idalia Ramírez Ramírez, nos reconfortan: “Ustedes son lo que lo que conmueven a Cuba. Ese es el poder de la cultura, donde hay gente que canta, escribe poesía o pinta, siempre hay felicidad y la Cruzada Teatral es muy poderosa por eso. Es como un vendaval que arrastra con la tristeza, levanta al enfermo, revive la esperanza y el ejemplo está aquí que con lluvia y fango los recibimos para verlos actuar”.
Poemas… habla de la equidad, del respeto a las diferencias, por eso fue importante llevarlo hasta La Ranchería, pues según Ury Rodríguez las tradiciones taínas que allí se conservan son un tesoro étnico, que debemos ayudar a preservar y exaltar.
En Manuel Tames el periplo de los teatristas de ciudad, devenidos actores ambulantes, llegó a otra decena de poblados, en La Tagua. Por ejemplo, estuvieron en Maguito de Hondones, tierra de campesinos allá por Vía Mulata, en condiciones desfavorables en materia de servicios eléctricos, transporte, recreación… sobre este último incide la Cruzada.
“Es la primera vez que vienen aquí y todos están muy emocionados, porque al menos en nuestro Consejo Popular esta es una forma de premiar el esfuerzo de los pobladores que, sin duda, adoran y esperan cada año su cuota de teatro”, apunta Orileydi Pérez Brocat, coordinador cultural de la zona.
En Los Naranjos los teatristas disfrutan del changüí, aprenden de su historia vinculada a los cafetales franceses y la preservación de los Altares de Cruz.
Yateras, el mejor y más difícil escenario
Tres días se estuvo en Tames, tres y no fueron suficientes. Nunca lo es. Los públicos siempre quieren más, pero Yateras reclamaba ya a los actores, y el 31 de enero salió la Cruzada Teatral rumbo a Felicidad. Allí comienza un periodo de viaje itinerante, diariamente se monta y desmonta el campamento, es más desgastante, las distancias son más largas y los caminos… sinuosos.
“Pero vale la pena -apunta Yamisela Martínez, actriz del Guiñol- por los rostros felices y asombrados que te encuentras. También, por las vivencias, las amistades, el café, las frutas, las flores…”, dice, y se remonta al gesto inolvidable de los pequeños de la escuelita rural de La Clarita, quienes en señal de agradecimiento le regalaron tres hermosas rosas como despedida.
En tierras yateranas los destinos fueron Los Naranjos, Arroyo Bueno, Dagamal, La Bamba, Monteverde, San Andrés, San Rafael, La Cuabita, Madre Vieja, Buena Vista, Dos Pasos… comunidades en situación de vulnerabilidad, por su distancia o por el deterioro de su infraestructura socioeconómica y de servicios. Allá la Cruzada da más de sí, se inserta con los proyectos locales, acoge las experiencias de los instructores, enseña el amor al arte.
Genny Ramírez Rojas, jefa del Departamento de Programas Culturales en el municipio, detalla que las presentaciones suelen ser mayoritariamente en las escuelas, donde también acuden en las noches para guarecerse del frío. Así se da ese trueque vital, que aprovecha las enseñanzas de los espectáculos teatrales para la formación en valores de niños, adolescentes y jóvenes.
“También se actúa en plazas, barrios, calles… porque son muy reclamados por el pueblo y, de hecho, días antes todos los organismos, las bases productivas, las familias y organizaciones de masas se unen y hacen colectas de alimentos para donar a la Cruzada Teatral, como retribución y apoyo para que sigan esparciendo su creación hasta el último rincón de Yateras”.
El 7 de febrero marca el fin del trayecto de los cruzados por tierras yateranas, donde el último destino es Vega del Toro. Una suerte de paraíso terrenal, lugar de descanso y esparcimiento momentáneo. Allí se reponen las fuerzas para volver a las andanzas y lanzarse a San Antonio, luego Imías, Maisí y el gran final es Baracoa. Se espera, además, el arribo de nuevas fuerzas, de Colombia, La Habana, Las Tunas, Granma, incluso se cuenta con la futura presencia de Aleida Guevara.
Los próximos días no serán menos difíciles, pero siempre habrá mayores alegrías, con eso basta para echar andar la maquinaria teatral por la montaña, aunque no haya carretera, con que exista público basta.