Alec Jañez y su abuela celebran los progresos que le serán útiles al niño para insertarse poco a poco en la sociedad.
Cuando lo vi por primera vez, ya enterada de su historia, Alec me arrebató un suspiro. Por un momento intenté acompañarlo en el juego; no lo conseguí; el niño no estaba preparado para compartir su amistad conmigo.
Dediqué cerca de una hora a observarlo en detalles, mientras él tarareaba con dificultad una canción infantil. Por cada espacio interior y exterior de la casa que la imaginación del pequeño ha convertido en una carretera infinita, iban y venían dos vehículos impulsados por las diminutas manos del reyecillo.
Alec Jañez Montenegro tiene tres años de edad, vino al mundo con capacidades psicomotoras normales; “a los diez meses ya caminaba y balbuceaba las primeras palabras”, refiere Eugenia Ramírez Carcajal, su abuela materna, y con la garganta estrujada habla del trauma emocional repentino, que de momento empezó a cambiarlo todo en el niño, antes de cumplir el año y medio de vida.
“Se volvió agresivo”, relata la abuela-madre, “comenzó a alejarse de su grupo social; dejó de hablar, al punto de no emitir palabras; y además, perdió el control de esfínter. Abrumada por ese cambio, busqué ayuda profesional, entonces me recomendaron la equinoterapia, y fui.
Margarita, tras varios meses de terapia incluso se alimenta sola, cuenta del 1 al 40, y acata órdenes
¿Cómo funciona el método?
Considerada -según expertos en la materia- como un ejercicio integral que favorece en el desarrollo físico, cognitivo, psicosocial y ocupacional, “la equinoterapia llegó a Guantánamo hace 16 años, detalla Juan Enrique Mansfarrol Wilson, coordinador de este programa en el territorio.
“Se realiza para los niños con diferentes patologías, aunque se usa con más frecuencia en casos con la parálisis cerebral infantil y síndromes varios. El tratamiento favorece la rehabilitación del paciente al aprovechar el patrón tridimensional, el impulso rítmico y el calor que emite el equino, entre otros beneficios que ofrece el animal”, apunta el experto y agrega:
“Para la práctica de dicha terapia existe un equipo de trabajo compuesto por fisiatras y especialistas de sectores como el Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (Índer), Educación, Salud, y Flora y Fauna.
“Las consultas se realizan en el rodeo del parque infantil Elpidio Valdés, donde funciona el servicio que se ha vuelto habitual para los “peques” que ven en cada caballo un compañero de risas, juegos y aprendizaje; ejemplo de ello es ¡Eric!, el cuadrúpedo que acompaña la rehabilitación de Alec.
Testimonios del impacto
La equinoterapia es reconocida mundialmente como una herramienta útil para mejorar la calidad de vida de muchas personas, sobre todo niños con dificultades funcionales. En Guantánamo existen 40 menores de edad que asisten a esta consulta con la aspiración de mejorar su calidad de vida.
Gracias a este ejercicio infantes como Alec articulan nuevos vocablos; y controlan mejor su agresividad. Así lo explica la abuela Eugenia, quien aliviada reconoce que ahora el pequeño se relaciona mejor con sus compañeros, y aunque la mayoría no entiende bien sus palabras, al menos intenta comunicarse.
Eugenia se muestra optimista, agradece y elogia a quienes integran el equipo de equinoterapia en Guantánamo, porque sabe que por ellos su nieto pronto será capaz de integrarse mejor a la sociedad.
La equinoterapia es expresión de solidaridad, humanismo, sensibilidad y nobleza.
Ese es también el sueño de los padres de Margarita Reyes Guilarte, una bebé de tres años de edad, que no articulaba palabra y cuando caminaba, lo hacía en puntillas de pie. Tras varios meses de terapia, la niña incluso se alimenta sola, cuenta del 1 al 40, y camina perfectamente. Ya hasta su lenguaje mejora y obedece órdenes.
La efectividad de la equinoterapia está probada científicamente, y la experiencia de varias familias en Guantánamo lo valida. Tal es el caso de Yislandis Pérez de la Cruz y Lázaro Peraza Jiménez, padres de Lázaro Leonel Peraza Pérez, otro niño guantanamero beneficiado con la consulta. Hoy él logra sincronizar sus pies al correr; se viste solo, se cepilla los dientes, sabe sumar, restar, y hasta habla inglés e identifica los colores. Hace poco se le vio recitar durante el acto de colocación de la pañoleta azul.
Así el trabajo con los equinos ha aliviado las preocupaciones en decenas de hogares de nuestro Guaso, sin embargo, aún su uso no se aprovecha lo suficiente, por desconocimiento de las familias, pero también por dificultades objetivas que atenten contra la sistematicidad de esta prestación.
En conversación con las familias, Venceremos supo que desde hace tiempo existen serios problemas con la transportación de los niños que viven zonas alejadas de la capital provincial, en comunidades aledañas o municipios que demandan este servicio, que no solo requiere tener al animal sino a todo el grupo de expertos responsables de monitorear los avances en el tratamiento. Hasta la fecha no ha existido respuesta a esta preocupación.
En sus fines y esencia, la equinoterapia es expresión de solidaridad, humanismo, sensibilidad y nobleza, entre otros valores que le dan sentido a la sociedad por la que luchamos. Más que probada está su capacidad de devolver esperanzas y restaurar sonrisas, como la de Alec, el niño que dejó atrás su indiferencia inicial, para despedirme aferrado a mi pecho, llenarme la mejilla de besos, y marcarme con su ternura para toda la vida.