alicia bill matrimonioFoto: Leonel Escalona Furones

La lucha y la solidaridad con Cuba llegaron primero. El amor, esencia misma de las luchas justas, ya flotaba en el aire. Era solo cuestión de sintonía, de química, de abrirse a la búsqueda de un igual, o por lo menos de un diferente con ansias similares.

Alicia Jrapko y Bill Hackwell se conocieron en una caravana de Los Pastores por la Paz, allá por el año 1996, cuando todavía el reverendo Lucius Walker, principal promotor de esta iniciativa de inspiración cristiana, nos iluminaba físicamente con el ejemplo de su vida.

“Hicimos el viaje por Canadá y no por México, pero igual fuimos amenazados en la frontera por el FBI. Si tratan de pasar esta ayuda, nos dijeron, se pueden enfrentar a 10 años en prisión y una multa de 250 mil dólares, así que en algún momento pensé que nuestra primera cita iba a ser en la cárcel”, rememora Bill.

Por suerte, no fue necesario. La carga solidaria pasó la frontera y las amenazas fueron solo eso: quizás, la primera gran victoria de su amor compartido por Cuba, y entre sí. Le siguieron otras luchas y otras victorias: nuevas caravanas, la campaña por el regreso de Elián González y por el regreso de Los Cinco…

El trabajo en pareja a favor del regreso de los Héroes fue clave al punto de que, hasta diciembre de 2014, Alicia era la Coordinadora del Comité internacional por la liberación de los Cinco, y de hecho, una visitante habitual junto a su esposo, de la prisión californiana donde se encontraba Gerardo Hernández.

“Tuvimos mucha suerte, porque a los presos políticos solo les permiten visitas que sean familiares o conocidos, y a pesar de eso presentamos la solicitud que el propio Gerardo nos mandó y nos aceptaron”, rememora ella.

El viaje, de más de 650 kilómetros, se volvió una constante en sus vidas. “No era fácil, nos llevaba mucho tiempo y solo podíamos ir los fines de semana pues era cuando nos podía recibir, y a veces llegábamos y no podíamos verlo porque estaban aislados…”

Con el regreso de los Cinco, posible también gracias a la buena voluntad de personas como ellos, los luchadores cambiaron ligeramente el “Norte” de su activismo, abrazados al Comité internacional por la paz, la justicia y la dignidad de los pueblos.

“Ellos ya estaban en casa, así que a partir de 2015 nos enfocamos en luchar por el fin del bloqueo, el cese del financiamiento del gobierno de los Estados Unidos para el cambio de régimen y la devolución del territorio que ocupa la base en Guantánamo y, por supuesto, el cierre de la prisión y el centro de torturas que allí mantiene nuestro gobierno”, tercia Alicia.

A esa causa, se suma la de alertar a quienes creen que, a raíz del restablecimiento de relaciones diplomáticas entre los dos países, “todo se ha normalizado o se normalizará naturalmente, y por tanto se desmovilizan. Ese es nuestro problema fundamental ahora mismo.

“Porque además, la gente en los Estados Unidos tiene otras cosas que les inquietan, la guerra inminente, el racismo, y además se tienen que preocuparse por pagar vivienda, educación, salud, el problema de los inmigrantes, y tampoco la política exterior de Trump se ha enfocado en Cuba, aunque cuando lo ha hecho ha insistido en que Cuba tiene que cambiar y que tiene que ofrecer más, como si este país le debiera algo al gobierno norteamericano”, asegura Bill.

“Siendo objetivos, lo único que ha cambiado es que hay embajadas en los dos países, y ahora más norteamericanos pueden entrar a Cuba, gracias a las categorías establecidas por Obama, aunque cuando entren no puedan admitir que son turistas. El resto, el dinero para el cambio de régimen, el bloqueo y la base siguen aquí”, lo apoya su pareja.

“Una base contra la cual luchamos, retoma la palabra el hombre, no solo porque es la más antigua, sino por su efecto en las personas que viven cerca de ella, y por la prisión y el centro de torturas que alberga y cuyo significado es la antítesis de los intereses y los valores de Cuba”.

Por eso, “son tan importantes estos Seminarios, donde se comparten experiencias, y asisten personas de todo el mundo. Además, venir a Guantánamo por primera vez nos acerca más a la causa de Cuba”, asegura esta pareja, actualmente empleados en la versión en inglés de Resumen Latinoamericano, un medio de prensa alternativo con sede en Argentina.

Ahora mismo preparan un nuevo capítulo en su historia de amor y de lucha. El 17 de septiembre volverán a hacer las maletas, e irán rumbo a Washington, donde protagonizarán cinco días de protestas contra el bloqueo, centrado en el sistema de salud cubano.

“La idea es explicar cómo funciona la salud en este país, y que la gente de allá se pregunte cómo no puede hacer lo mismo la nación más rico del mundo, además de denunciar las carencias que el bloqueo impone al sistema sanitario de la isla”, continúa ella, también una de las coordinadoras de la red nacional de solidaridad con Cuba que nuclea a más de 35 organizaciones.

“¿Por qué luchar por Cuba cuando hay tantos problemas por los cuales preocuparse ahora mismo en su país?”, replico una pregunta que seguramente no escuchan por primera vez.

“No solo luchamos por Cuba, luchamos por un mundo mejor, yo personalmente, como argentina viviendo en los Estados Unidos, veo cómo es la realidad allá y aquí, donde la sociedad se organiza de forma diferente. Aquí las personas tienen sus necesidades, las básicas, cubiertas. Allá, a pesar de toda la riqueza, pasas por un puente y debajo hay personas viviendo porque no tienen dónde hacerlo. Por eso, hay que defender a Cuba, porque es la esperanza de que se puede vivir en una sociedad diferente, que se ordena de una manera otra”, concluyen.

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