coccothrinax-rigidaUna especie de palma, esquiva a los ojos de la ciencia durante siglo y medio, acaba de ser redescubierta en un paraje inhóspito del oriente cubano, hallazgo que distinguió las primeras sesiones del Segundo Festival de Palmas (del 13 al 24 de agosto), la principal actividad del cierre del programa veraniego en el Jardín Botánico Nacional (JBN), de La Habana.

El investigador Raúl Verdecia, de la institución homóloga en Las Tunas, fue quien encontró varias decenas de ejemplares de la Coccothrinax rigida, en el farallón de La Catalina, en el municipio de Sagua de Tánamo, en la provincia de Holguín, a 734 kilómetros al este de La Habana, y colectó uno que había geminado a 10 metros de altura, a partir de una semilla caída de una población ubicada 20 metros más arriba.

El también miembro del Comité Científico de la Flora de Cuba, declaró que este triunfo de la botánica constituye un homenaje a la doctora Ángela Leiva, profesora de Mérito de la Universidad de La Habana y directora-fundadora del JBN, fallecida el 3 de junio último, a quien se dedica este festival, del cual fue ferviente promotora.

Al rememorar detalles del suceso científico, Verdecia narró que había podido consultar una literatura donde aparecía una referencia del botánico estadounidense Charles Wright (1811-1885) que daba fe de haber hecho una colecta de Thrinax rigida, en 1861, en el farallón de La Catalina, muestras que luego envió a varios herbarios del mundo.

Cuando indagó sobre el farallón, su colega José Luis Gómez, del Jardín Botánico de Holguín, le muestra una foto que había tomado cuando trabajaba en un proyecto sobre el bambú, y en esa imagen, captada desde el valle, Verdecia observó unos puntos que coronaban la elevación. Allí estaba aquella planta que tanto buscó por más de 10 años y de la cual la botánica no tenía ninguna otra referencia hasta la fecha.

En una expedición conjunta, el científico escaló 10 metros por la pared rocosa hasta hallar los primeros ejemplares de la palma, luego tomó muestras de su hoja y fibras del tallo, las cuales coinciden plenamente con las características de la reportada por primera vez en el país hace 153 años: el número de segmentos que componen la hoja (19 segmentos), las características de la vaina fibrosa (fibra que cubre el tallo) y el indumento o cubierta de la hoja.

Luego de estudiar detenidamente y realizar acuciosas consultas bibliográficas, confirmó que se trataba de una Coccothrinax rigida (endémica local), oculta a la mirada de los expertos hasta julio último, cuando la detectó en tan apartado paraje este profundo estudioso de las palmáceas y de otras especies de la flora de Cuba, un país donde el endemismo en palmeras alcanza el 84 por ciento, el más alto del Caribe insular y continental.

Mientras me enseña imágenes del descubrimiento, explica que en la población encontrada aparecen muchas orquídeas como adornos caprichosos de las palmas, que corroboran esta asociación tan común en el mundo vegetal.

La Coccothrinax rigida está considerada una palma pequeña dentro del género, es alargada, de tallo fino, con hojas de contorno orbicular y pocos segmentos libres, similar a los rayos de la rueda de una bicicleta.

Verdecia atesora una rica hoja de aportes a la botánica, entre los cuales sobresale el haber descubierto en 2006, junto al experto italiano Carlo Morici, una nueva especie de palma, la Coccothrinax torrida, endémica de una colina de la zona más seca y árida del suroriente cubano, en Guantánamo, acontecimiento reflejado por la revista especializada Brittonia, editada desde 1931 por el Jardín Botánico de Nueva York.

“Las novias son palmas que esperan…”, dijo una vez el Héroe Nacional José Martí. La especie recién localizada por Verdecia, para orgullo de la ciencia cubana, esperó siglo y medio para dejarse ver, después de aquel primer avistamiento. Quizás en un futuro no lejano pueda sumarse a las exclusividades del Jardín Botánico Nacional, poseedor de una de las tres principales colecciones mundiales del género Coccothrinax.

Fuente: Cubadebate

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