Manuel Simón Tames GuerraManuel Simón Tames Guerra

Manuel Simón Tames Guerra fue uno de los héroes que inscribió su nombre en el gran libro rojo de la historia: su patriotismo, valor a toda prueba, honestidad y desinterés signaron su personalidad de héroe.

Tati, como lo llamaban amistades y familiares, nació el 15 de enero de 1939, en Martí No. 1166, en la ciudad de Guantánamo. Formaba parte de un núcleo filial de desahogada posición económica.

Gustaba pasar temporadas en la playa de Uvero, o en el acueducto de Yateritas, del cual su padre era administrador. Junto a amigos participaba en cacerías por los escabrosos terrenos del lugar, actividad que le permitió conocer palmo a palmo la región, lo cual le fue de gran utilidad en su vida guerrillera.

Esther y Simón, sus padres, se afiliaron al Partido Ortodoxo dirigido por Eduardo Chibás. En el hogar se debatían temas relacionados con la sangrienta dictadura de Batista y la necesidad de cambiar la situación política y social del país, ámbito en el que recibió las primeras influencias aleccionadoras. En la casa campestre de su abuela Lula Bertot, conoció de las proezas del bisabuelo José María Guerra Téllez, capitán del Ejército Libertador.

En 1956, a los 17 años, en los Colegios Internacionales del Cristo, en Santiago de Cuba, junto a un pequeño grupo de educandos estudió el alegato de Fidel, La historia me absolverá y comenzó a conspirar contra la dictadura, participando en manifestaciones, recolección de dinero y acciones de propaganda subversiva.

A finales de 1957 se vincula y subordina en Guantánamo a Omar Ranedo Pubillones, organizando entre ambos una célula clandestina en Santa María y la zona del aeropuerto. En esa etapa desempeña la responsabilidad de segundo jefe de la célula, participando en acciones de sabotajes, traslado de armas cortas de la base norteamericana, así como propaganda.

El asesinato de su amigo y compañero de lucha, Omar Ranedo, en febrero de 1958, repercutió hondamente en su conciencia y desde entonces decidió tomar el camino de las montañas para incorporarse a las guerrillas del Movimiento Revolucionario 26 de Julio (M-R-26-7).

El 30 de marzo, encontrándose en el acueducto de Yateritas, Manuel desarmó a un soldado, acción donde hirió con un revolver al militar. Minutos después, con ayuda de la joven Elda Samón terminó los preparativos para alzarse, encaminándose al Corojo de San Antonio de Redó, punto donde vivía su tía María del Carmen Guerra Bertot, miembro del M-R-26 de julio.

Carmen, con la colaboración de Eliseo Calderón, trasladó a Tames junto a tres jóvenes más que se habían reunido en el lugar, con la intención de unirlos a las fuerzas guerrilleras. En la noche del 5 de abril, los cuatro jóvenes revolucionarios llegaron al campamento situado en El Naranjal, donde se encontraba el teniente José Sandino, y se incorporan de forma oficial al Ejército Rebelde.

El 9 de abril, Tames recibió su bautismo de fuego en el combate de Imías, acción en la que cayera el jefe de la Compañía E, capitán Ciro Frías, a quien sustituye el capitán Félix Pena, quien nombra a Tames como su ayudante.

Participó en varias acciones combativas en el verano de ese año: el ataque a la guarnición de San Antonio (hoy Manuel Tames) el 31 de mayo; y la captura cerca de La Sombrilla de un ómnibus que conducía a más de 20 marines yanquis – esta última en cumplimiento de la Orden No. 30 del Comandante Raúl Castro (Operación Antiaérea), el 27 de julio.

A principios de agosto, Manuel es designado segundo jefe del pelotón que dirigía Argelio Pérez, unidad que operaba en la zona de Yateritas y en las proximidades de la base norteamericana.

En una ocasión algunos amigos y familiares de Tati le enviaron un mensaje desde Guantánamo, dándole a conocer que para proteger su vida habían realizado gestiones en la Base Naval para trasladarlo en un helicóptero de la marina hasta el enclave yanqui; la respuesta de Tames no pudo ser más viril: “Dígales que yo tomé las armas para pelear por la libertad de Cuba, no para rehuir al peligro”.

otra de Manuel tamesManuel Tames (de pie al centro) en territorio rebelde junto otros combatientes, entre ellos el teniente José Sandino (con sombrero) quien lo recibió en el campamento El Naranjal cuando se integró a las fuerzas guerrilleras.

El día 9 de septiembre una pequeña fuerza bajo el mando de Tames –con 20 años de edad entonces-, realizó una emboscada contra un convoy del enemigo en La Y, próximo a Boquerón y a la base estadounidense. El éxito de la acción fue completa a favor de las armas guerrilleras, causándoles al enemigo varias bajas y destruyéndole dos transportes.

Tras la victoria, Manuel indicó al grueso de la fuerza que se retirara al campamento, mientras él, en unión de los combatientes Eleno Borges, Julio A. Delgado y Edilio González, se dirigió a la salina de Puerto Escondido, sitio donde fueron sorprendidos en horas del mediodía por una fuerte unidad de la tiranía, la cual acorraló a los combatientes contra la mar, y situó delante a trabajadores eléctricos, que tendían una línea desde Boquerón, para que los rebeldes no tiraran.

Desde su inicio, el combate se desarrolló en forma desigual, por la enorme superioridad del enemigo que contaba con una unidad blindada. No obstante, los revolucionarios combatieron con valentía. Manuel recibió un primer disparo que le destrozó el brazo derecho; más, con el izquierdo, tomó su pistola y continuó combatiendo hasta caer acribillado. Junto a él también perecieron Eleno y Julio A. Delgado Por su parte, Edilio, logró llegar al mar y atravesar la bahía, salvando la vida.

Al cesar la resistencia revolucionaria los verdugos de la tiranía cometieron uno de los crímenes más atroces que recuerda la historia de Guantánamo, asesinando a mansalva a siete trabajadores que laboraban en las salinas y que no tenían nada que ver con la acción.

Hoy, en la provincia de Guantánamo, un municipio lleva el nombre del teniente Manuel Tames Guerra. Convertidos en hermosa realidad los ideales por los cuales él y sus compañeros no escatimaron su sangre generosa y ofrendaron sus vidas, el pueblo le rinde merecido homenaje de eterno agradecimiento y reconoce en ellos su condición de forjadores de la Revolución.

Fuentes consultadas:

Testimonio de José Q. Sandino, Carmen Guerra Bertot y Alfredo Tames Mícares.

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