Es posible que quien camine por primera vez los interiores de la Unidad Empresarial de Base Gráfica Juan Marinello experimente sensación de pequeñez en una industria, que en su momento, fuera bautizada como la más grande y moderna de su tipo en América Latina.

Con el paso de los años, desde su fundación en 1977 por el Comandante en Jefe Fidel Castro, la tecnología se ha vuelto añeja y fiel testigo de la historia y el conocimiento contado en millares de libros, folletos…

Máquinas que entonces eran parte de la vanguardia mundial de la poligrafía y son, por obra e ingenio de sus trabajadores, las que todavía se enfrentan cara a cara a los pliegos.

poligráfico Juan Marinello 1El poligráfico guantanamero aportó al presente curso más de un millón de libretas.

Vida a golpe de invento

Tras las enormes puertas del taller de impresión, un amplio local alberga el corazón de los procesos poligráficos. Es el lugar donde el papel y la tinta pactan una alianza con los equipos para dar vida a la producción.

Tras la caída del campo socialista, los convenios con Alemania para la actualización del andamiaje técnico se interrumpieron, y el desafío a la capacidad innovadora se volvió parte del reto cotidiano al colectivo de esta empresa.

Cuando Ismer Matos Hernández llegó de la antigua Unión Soviética, al culminar sus estudios de ingeniería, las máquinas del lugar ya mostraban sus primeros signos de dolencia, luego de casi dos décadas de explotación; entonces cuenta el ingeniero que las primeras tareas lo involucraron en los esfuerzos de conservación y mantenimiento.

“Los principales problemas con las máquinas rotativas desde la década del 90 estuvieron en los rodamientos, porque una sola usa más de 600, y tuvimos que pensar en alternativas y trabajar con dedales a base de acero, que no tenían la misma capacidad de carga pero resolvían el problema”, así cuenta Matos Hernández, jefe del departamento técnico.

Una máquina rotativa de cuatricromía (cuatros colores), que distingue a esta unidad de sus similares en otras provincias, a excepción de La Habana, en el 2006 se benefició de un financiamiento para su modernización.

Con un presupuesto de más de 100 mil dólares el equipo, que privilegia al centro gráfico de la provincia, recibió modificaciones en la automatización y la neumática, por fuerzas de la Empresa de Automatización Integral (CEDAI), mientras la gráfica asumía el mejoramiento mecánico.

poligráfico Juan Marinello 2La máquina presilladora embuchadora LBW 742 se recuperó luego de más de una década sin explotación.

Contra reposos perpetuos

Hay quienes saben de romper los silencios de equipos que, en otros sitios, estarían condenados al descanso eterno, mecánicos que vivieron casi como una aventura esa vuelta a la vida.

Alfredo Barrientos Constantén es experto en resurrecciones, por eso todo el mundo sugiere entrevistarlo cuando un periodista anda en busca de hazañas con el sello de la innovación.

Hasta La Habana viajó Barrientos y en una imprenta se encontró con aquella máquina presilladora embuchadora LBW 742, con más de diez años sin explotarse y cuyo destino era el reciclaje. Después de casi dos meses de reparaciones, él y sus compañeros lograron que el artilugio contribuyera al reciente sobrecumplimiento multiplicado en libretas que superaron el millón.

“La máquina, que elimina parte del trabajo manual, tenía problemas en las cadenas, los rodamientos, el sistema eléctrico; le faltaban muchas piezas que se fabricaron en el taller de maquinado como las llamadas sillitas, que son transportadores de libros”, comenta Barrientos Constantén con un gesto de satisfacción apreciable.

Al taller de impresión otro equipo de la marca Planeta, llegó con origen habanero callado durante años por averías eléctricas y la falta casi total de aditamentos. Pronto será uno más que hablará de descansos interrumpidos.

poligráfico Juan Marinello 3La máquina de impresión rotativa ultraset 72 recibió acciones de modernización luego de un minucisoso estudio realizado por trabajadores del centro.

Herencias

En 2019, más de dos millones de materiales entre libros y folletos han sido hijos de la faena laboral en este coloso de la poligrafía cubana, así cuenta Yoerlandis Góngora Pérez, especialista principal de producción en la industria.

El ingenio de los mecánicos de la Juan Marinello -comenta Góngora-, también los prestigia a nivel nacional, pues en el interior de otras imprentas, como la Federico Engels, de la capital cubana, han dejado huellas hechas soluciones.

Las iniciativas para enfrentar las carencias se traducen en resultados, en materiales que tributa este centro a tres editoriales de la nación y al Instituto Cubano del Libro (ICL): cuando cada curso escolar comienza, centenares de aulas del país tienen sobre su mesa parte del esfuerzo y trabajo de los más de doscientos obreros de esta unidad empresarial.

José Antonio Rodríguez, director de la entidad guantanamera, explica que la misma trabaja con la norma de calidad ISO 9001 y los organismos a los que dirige sus producciones manifiestan satisfacción con la terminación de los materiales. Autores y editoriales han enviado felicitaciones a esta industria por el acabado de los libros.

Los aportes del poligráfico guantanamero a la presente etapa escolar le valieron la entrega de la bandera Proeza Laboral, entonces una actividad festiva rompió con la cotidianidad de la vida de sus trabajadores en talleres y oficinas.

Historias de ingenio son varias y cobran forma a base de tinta, papel y el ruido de las máquinas. El placer de la lectura de muchos y el conocimiento multiplicado en libros, llevan oculto el impulso de los recursos humanos de esta unidad, definidos por Ismer Matos Hernández como el mayor tesoro de la gráfica guantanamera.

poligráfico Juan Marinello 4Alfredo Barrientos Constantén es de los protagonistas en la resurrección de máquinas condenadas al descanso eterno.poligráfico Juan Marinello 5Ismer Matos: “El mayor tesoro del poligráfico son sus recursos humanos.

Escribir un comentario


Código de seguridad
Refescar

feed-image RSS