Era la noche del 28 de diciembre y Yanisleidi Pérez Rojas, con 30 años de edad y vecina de La Caridad de los Indios, en Manuel Tames, se preparaba para traer al mundo a su pequeña en el Hospital General Docente Doctor Agostinho Neto.
Todo transcurría normal. Con 40 semanas de embarazo rompe membranas (la fuente) de forma espontánea y es llevada a la sala de perinatología. Transcurre el tiempo establecido en espera del inicio del trabajo de parto… no llega “la hora” y es traslada a preparto para realizar la inducción.
Anisleidis, como nombraron al bebé, nació sin dificultades tras un alumbramiento natural, pero al salir la placenta todo cambió: “las fibras musculares de Yanisleidi no se contraían y ocurrió una hemorragia obstétrica mayor (atonía uterina) que demandó activar el protocolo de código rojo; la vida de la paciente estaba en peligro”, relata la doctora Gleydis Gámez Pérez, ginecobstetra y vicedirectora de la Maternidad.
El tratamiento conservador no detuvo el sangrado, la nueva estrategia era cirugía. Ginecólogos, angiólogos, intensivistas, anestesiólogos y cardiólogos se unieron para realizar una histerectomía abdominal subtotal (la paciente conservó el cuello del útero), pero ahí no acabó la historia.
Ya había perdido más del 80 por ciento del volumen sanguíneo total, a pesar de las transfusiones Yanisleidi hizo un shock hipovolémico grave, y aunque salió despierta de la cirugía, las secuelas empezaron a manifestarse.
La doctora Gámez Pérez explica que en la mañana del 29 hizo el primer paro cardiovascular, del cual se repuso por eficaz intervención del equipo médico, al que se sumaron las autoridades hospitalarias y de salud pública en l aprovincia.
La sala de terapia intensiva recibió a la puérpera el 30 de diciembre; sufrió cuatro paros cardiovasculares más, y la ventilación artificial a la paciente se hacía difícil por la vía tradicional.
El doctor Max Santiago Bordelois Abdo, jefe de los cuidados intensivos, explica que la joven ingresa en la sala con el corazón muy delicado, presión arterial baja y severa dificultad para respirar, y en la búsqueda de alternativas el equipo médico decidió aplicarle el inusual método de ventilación prona (la paciente se coloca boca abajo). “A pesar de los riesgos, logramos estabilizarla, todo un éxito”, asegura el galeno.
En los siguientes días Yanisleidi mejoró progresivamente. Volvió a perinatología para finalizar los ciclos de tratamiento, ansiosa por estar en casa con su pequeña Anisleidis en brazos.
En la sala sonríe alegre por su recuperación y enfatiza el eterno agradecimiento a los médicos que estuvieron todo el tiempo a su lado, sin navidad, y como máxima prioridad salvarla.
Para Yanisleidi y el equipo médico el 2017 terminó entre emergencias pero en 2018 la historia exhibió el desenlace feliz.
Comentarios
FELICIDADES A ESE EQUIPOS DEL HOSPITAL AGUSTHINO NETO
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