prevención del sida y el VIHEn pleno siglo XXI, las infecciones de transmisión sexual (ITS) y el VIH son realidades lacerantes en la población guantanamera. No por falta de estrategias, sino la persistencia de desafíos estructurales, culturales y materiales impidiendo avanzar hacia una mayor eficacia en la prevención y tratamiento.

Hoy, la provincia enfrenta una paradoja preocupante: ha disminuido la cantidad de diagnósticos de VIH, no porque la transmisión se haya frenado, sino por limitaciones técnicas que obstaculizan la detección. Equipos averiados, fallos en la cadena de frío, carencias energéticas y escasez de recursos configuran el panorama cada vez más complejo. Las ITS no se detienen ante la escasez, solo se propagan silenciosamente.

Frente a este escenario, el programa provincial ha adoptado medidas innovadoras, a las cuales es obligatorio darles visibilidad sin caer en tecnicismos. Primero, la profilaxis preexposición (PrEP) consiste en tomar diariamente un antirretroviral (como Truvada) ante una situación de riesgo. Su impacto: reduce en un 99 por ciento las probabilidades de infección. Es un “vacuna química” contra el VIH, especialmente cuando la demanda de condones excede la oferta inexistente.

Otro recurso es la profilaxis pos-exposición (PEP), tratamiento que comienza después de un posible contagio para bloquear la infección. Requiere un inicio rápido, en las primeras 72 horas, y consiste en una combinación de medicamentos diarios por 28 días.

Finalmente, las autopruebas de VIH, test rápidos que la persona puede hacerse en casa, permiten vencer la vergüenza o la falta de tiempo para ir al médico. Especialistas subrayan que incluir el autotest en la estrategia nacional es fundamental para acercarse a la meta de que el 95 por ciento de los infectados conozca su estado.

De hecho, el éxito de la autoprueba radica en su accesibilidad y privacidad, por ello, más que algo opcional, debe ofrecerse como alternativa válida en farmacias o centros comunitarios.

Dichas estrategias, aunque efectivas, aún están limitadas a solo cuatro policlínicos en la ciudad de Guantánamo: Asdrúbal López (Sur), Emilio Daudinot (Norte), Omar Ranedo (Centro) y 4 de Abril, en San Justo, y no logran el impacto necesario si no se complementan con una educación sexual abierta, contextual y constante.

Es meritorio el mantenimiento de cifras controladas en la transmisión materno-infantil de sífilis y VIH y la apuesta por la estrategia “Indetectable=Intransmisible”. Pero, ¿cómo sostener estos logros si las comisiones intersectoriales están prácticamente disfuncionales? La respuesta institucional no puede depender únicamente del esfuerzo del personal médico; se requiere articulación real entre sectores, voluntad política y participación comunitaria.

Vivir con VIH aún conlleva estigmas sociales, el programa ofrece servicios de orientación legal, y su objetivo persigue darles las herramientas necesarias para hacerlo.

Y volvemos al origen: sin una comunicación clara, sensible y sostenida, la prevención se debilita. Sin educación sexual integral en escuelas, centros laborales y medios de comunicación, no se rompe con el ciclo de la ignorancia.

El compromiso con las metas de ONUSIDA para 2030 exige más que intenciones: decisiones, pasos claros y precisos. El futuro de la respuesta al VIH y las ITS pasa por visibilizar lo incómodo, enfrentar los obstáculos y, sobre todo, escuchar a quienes viven cada día la batalla por la vida.

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