Muchos años después de una dolorosa pérdida, la vida puso en mi camino al hombre que me ha dado la posibilidad de recuperar la felicidad robada.
No es lo que ya seguramente algunos han imaginado, no señor.
Sucedió que durante un viaje largo y a carretera limpia que me trajo de regreso a la tierra donde nací, se ''extraviaron'' (vaya usted a saber si pensando en encontrar otra cosa) los libros que por años fueron mi mayor tesoro.
Ni ferias ni librerías públicas ayudaron al intento por recuperar mis clásicos universales y los que para mí era (y es) lo mejor de las letras cubanas.
Pero un día llegó a mi puerta Manuel Carracela Morfi. Traía a la espalda un bolso de tela de mezclilla azul y cara de buena gente. Nunca en mi vida había visto a aquel hombre delgado, de pelo lacio, largo y canoso que se presentaba ante mí:
- Aquí le traigo algo que le va a interesar, me dijo.
- ¿Y cómo es eso?
-Me envió Moya, su tío, el escultor.
A ese tío mío lo amo con todo mi corazón. Es el loco más adorable, familiar y noble que conozco. Y con él como referente, mi casa siempre está abierta.
Entonces, de manos de este anciano, a quien sus amigos y vecinos nombran cariñosamente Manolo, llegaron de nuevo a mi hogar, El principito, Madame Bovary, Hamlet, Romeo y Julieta, El Viejo y el Mmar, Don Quijote de la Mancha, Cecilia Valdés, ... y hasta el mismísimo Juan Quin Quin en pueblo mocho. En pocos meses fui recuperando los perdidos y muchísimos más. He ganado, además, un amigo a quien el vicio por la lectura le ha dado la virtud de la sabiduría.
Con la llegada de la fotografía digital, mi socio Manolo tuvo que cerrar el cuarto oscuro, heredado de su padre, y con ello el oficio con el que se ganaba la vida. Por un tiempo fue vendedor de libros de uso, allá por los años 90, hasta que ''descubrió'' la modalidad por encargos, ''que es más efectiva, pues no depende solo de lo que yo oferte en un portal, sino de los intereses de las personas'', confesó.
Esta semana cumplió mi último encargo: La isla de hélice (Julio Verne); Papá Goriot (Honoré de Balzac); La Dama de las Camelias (Alejandro Dumas, hijo); La divina cimedia ( Dante Alighieri) y Cumbres Borrascosas (Emily Bronté).
''Ya no los tenía en mi biblioteca, pero ya sabes, la red que tengo se va haciendo poderosa'', confiesa risueño. Y le pregunto cómo lo ha creado.
''Este es un pueblo pequeño, la gente pregunta, ata cabos y al final da con quien quiere. Pues me localizan en mi casa, en Luz Caballero entre 6 y 7 Norte. Allí me encuentran casi siempre. Los interesados me dejan su dirección y pedido y salgo a buscarlo con lectores empedernidos, que hay muchos en nuestra ciudad. Algunos no me los venden, me proponen intercambio. Hace poco una señora, Iruá se llama, fue profesora de Biología hasta que se jubiló, me localizó, pensando que yo era el de tu crónica El negocio más hermoso.
''Ella me ofreció El Principito, de Antoine de Saint-Exupéry, El ärabe, un libro fabuloso de la escritora inglesa Edith Maude Hull, y El cuento de mi vida, que es una obra autobiográfica del famoso escritor danés Hans Christian Andersen. A cambio le di Diccionario del Diablo, una recopilación satírica de 998 definiciones, escrito por Ambrose Bierce, y tres libros de ese genial cronista cubano que es Ciro Bianchi. Así funciona cuando no los quieren vender'', detalló.
Y qué tipo de literatura busca la gente?
''De todo'', aseguró.
-¿Y los jóvenes, en particular?
''Los libros de aventuras, los cuentos de ciencia ficción y novelas de amor, y creo que es porque son más entretenidos, pero no siempre es igual. Varios muchachos que estudian en la Vocacional son clientes míos. A veces, les propongo un clásico, hacen una mueca, pero casi los obligo a comprarlos. Luego vienen encantados y me piden más de ese tipo. En casa ya les tengo a uno El diario de Ana Frank, y a otro dos novelas de Leonardo Padura. A ellos se los doy más baratos (el tope que establece por lo general, es de 20 pesos) y comentamos sobre los autores, las casas editoriales y esas cosas...''
-¿Entonces usted es algo así como un promotor del libro y la literatura...?
''No, solo comparto lo que me apasiona. Y créame que es muy agotador; a veces salgo de mi casa, hasta el barrio Primero de mayo o a lo último del Sur, a llevar un libro. Hago el viaje de ida y regreso a pie, porque no es muy rentable que digamos mi negocio. Pero recibo y doy lo que realmente no tiene precio alguno, pero te devuelve una gran riqueza''.
Comentarios
Claro que sí, aquí tiene su dirección particular: Luz Caballero No. 320, entre 6 y 7 Norte, él le atenderá gustosamente.
La muerte y la lluvia , escrita en 1967, en pleno desarrollo de la agresión imperialista contra el Asia Sudoriental, trata sobre un tema poco común en la narrativa de la década anterior: la guerra de Viet Nam, el valeroso combate del pueblo vietnamita contra el agresor norteamericano.
El protagonista, Edwin Steinwald es reportero gráfico de profesión, constituye el hilo conductor y a través de sus fotos muestra la barbarie de una guerra injusta.
Suerte en su búsqueda.
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