"Fidel me salvó la vida y esas cosas no se pueden olvidar nunca".

El padre Amando Llorente, maestro de Fidel, lo dijo y lo repitió muchas veces en Miami, donde residió hasta su desaparición física a los 92 años, recordando cuando usted, entonces alumno, se tiró a la corriente de un río crecido para salvar a su profesor de morir ahogado.

"Fidel me salvó la vida y esas cosas no se pueden olvidar nunca".

Con similares y tan sencillas palabras, millones de personas agradecidas en todo el mundo se lo expresamos así, a usted, Fidel, como un reconocimiento especial y una felicitación por su vida, en la víspera de su cumpleaños 90.

Juan Almeida, miembro del grupo expedicionario del yate Granma del cual era usted el jefe, y futuro comandante de la Revolución, recordó siempre el episodio de la caída al mar de un expedicionario en la travesía: "Fidel nos dijo lo siguiente: 'De aquí no nos vamos hasta que lo salvemos'. Eso conmovió a la gente y levantó la combatividad. Pensamos 'con ese hombre no hay abandonados'. Lo salvamos, a costa que se echara a perder la expedición".

Más que anécdotas aisladas, aquella y esta, como hay miles, tal vez millones que lo tienen como protagonista, dispersas por todas partes y que revelan la actuación puntual de usted, las mismas muestran la concreción de esa virtud suya que celebramos regocijados con sus 90 cumpleaños.

Aunque mucho más y todo se elogia con justicia al conmemorar su vida al cumplir 90, preferimos agradecerle por nuestras vidas salvadas, vidas de personas humildes.

Porque el respeto por la vida humana como bien mayor, y su confianza en la capacidad de las personas de ser mejores, han sido enseñanzas que usted, como maestro, ha multiplicado en el mundo no sólo con su ejemplo personal y para su justo prestigio individual, que, con Martí, usted mismo confina al grano de maíz, sino para el de todos y cada uno de los cubanos y de su Revolución, y ha contribuido a que la Humanidad fortalezca su confianza en sus propias fuerzas para hacer posible un mundo mejor.

La siembra de estas ideas suyas por salvar vidas en cualquier parte del mundo, antes asesinadas por el colonialismo y el imperialismo, ha fructificado ampliamente, desde las misiones internacionalistas, contribuyendo a la liberación de los pueblos de África y al fin del régimen del apartheid, a evitar la propagación de mortales epidemias, recobrar la vista a decenas de millares de personas, reducir la mortalidad infantil, alfabetizar y propagar la cultura en las zonas más pobres.

"El personal médico que marcha a cualquier punto para salvar vidas, aun a riesgo de perder la suya -ha reconocido usted mismo a propósito de la respuesta cubana de luchar contra una mortal epidemia en África Occidental-, es el mayor ejemplo de solidaridad que puede ofrecer el ser humano, sobre todo cuando no está movido por interés material alguno. Sus familiares más allegados también aportan a tal misión una parte de lo más querido y admirado por ellos".

Porque le debemos la vida, por la enseñanza y los frutos de ella en nuestras conciencias, gracias Fidel.

Desde el espacio parcial de Humanidad que es la Patria, y de una de sus provincias que es Guantánamo, los que aquí hemos tenido el privilegio de compartir sus hechos y sus dichos le deseamos salud y felicidad en los 90, sin que podamos dejar de manifestar nuestro regocijo de ser compatriotas de usted, nutridos de la convicción que nos ha transmitido de haber creado una idea invencible de unidad entre las de la independencia, la libertad, la igualdad, la justicia y la fraternidad entre los hombres y los pueblos.

Con actitudes suyas como las relatadas, que es justo celebrar en este aniversario, usted ha sido sembrador de estas ideas de salvación y respeto por la vida humana en muchas personas a lo largo y ancho del mundo.

Tienen que reconocer hasta los detractores más virulentos, incluido el prepotente, agresivo y bloqueador imperio, que usted hizo de Cuba una nación soberana e independiente respetada internacionalmente, con rotundos logros sociales en la educación, la salud, la cultura, el deporte y la solidaridad internacional.

Usted es y será el símbolo de la dignidad nacional cubana, puesto siempre del lado de los oprimidos y dando su apoyo a todos los pueblos que luchan por emanciparse, y un ejemplo.

Lléguele a usted, Fidel, esta voz multitudinaria con la verdad del sentimiento más profundo, porque, literalmente, representa para nosotros el humanismo y la solidaridad que supo inculcar, como gran maestro.

Ahora, al felicitarlo por sus 90 años, esas cosas no las hemos olvidado y no las olvidaremos nunca.

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