Podría decir que después de las teleclases soy otro profesor, porque me obligaron a prepararme muchísimo más”, dice Marcos Antonio Santana Hernández.La pandemia de la COVID-19 ha sido para el mundo y para Cuba una pesadilla, esa que nos obliga a mantenernos con parte del rostro cubierto, permanecer distante de los abrazos y explotar nuevas formas de comunicación.
En este último caso, nuestro país tomó alternativas para evitar un retraso en el proceso docente educativo, entre ellas, las clases televisivas. El objetivo de estas era impedir que el curso se detuviera y motivar a los educandos a autoprepararse desde casa, investigar, indagar y consolidar los conocimientos impartidos en cada una de las asignaturas.
Las teleclases tuvieron entre sus protagonistas a algunos jóvenes del magisterio cubano. Uno de ellos es Marcos Antonio Santana Hernández, quien dejó en sus alumnos una magnífica impresión de la Geografía, impartiéndoles cada semana los contenidos correspondientes a esta materia.
Hoy Marcos Antonio comenta a los lectores de Venceremos algunas de sus vivencias y el gran significado que tuvo esta difícil y maravillosa experiencia:
¿Cuándo nace en usted el amor por la Geografía?
Me incliné por la Geografía cuando salí del preuniversitario y opté por la carrera, que en aquel entonces era Biología-Geografía. Luego de pasar el Servicio Militar Activo comencé a estudiar con el plan E de la Universidad de Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona, de La Habana.
¿Imaginó asumir el reto de impartir clases a miles de estudiantes a través de una pantalla?
Nunca pensé que tendría que dar clases por televisión. Sí había hecho cosas televisivas, porque soy cantante -ha participado en programas como Tengo algo que decirte y Palmas y Cañas-, pero realmente jamás pensé que me iba a tocar pararme frente a varias cámaras para transmitir conocimientos desde una teleclase.
Estaba en cuarto año de la carrera cuando el metodólogo nacional de Geografía, Yoandris Tamayo, me llamó para asumir la responsabilidad de mostrar mis conocimientos a todo un país, en un momento tan difícil como fue el inicio de la pandemia. La primera asignatura que impartí fue Geografía Regional de onceno grado, y después, con el paso del tiempo, también Geografía General de décimo. Fue algo bien fuerte, sobre todo, en la preparación.
¿Sintió temor en su primera vez dando clases frente a cámaras?
Fue un desastre total. Elaboré una lección que para mí era muy bonita y cubriría los 27 minutos que debía estar en cámaras. Inevitablemente los nervios me atraparon, el temor de la primera experiencia, porque estar frente a un estudio de televisión, y tres cámaras que te impresionan, y sin estudiantes, es complicado.
En 15 minutos ya había terminado la clase y entonces tuve que improvisar lo que iba a hacer en ese momento. Al final pude llegar a cubrir unos 23 minutos aproximadamente. Luego fui perfeccionándome y mejorando.
¿Cómo se prepara para las teleclases?
Lo hacía en conjunto con el metodólogo nacional de Geografía, que era quien me encomendaba los temas para luego juntos preparar los contenidos. Siempre íbamos más allá de lo que estaba en el libro, porque en televisión hay que explotar más los videos y las canciones, es decir, buscábamos otros elementos para motivar al estudio desde casa.
Realmente me siento muy feliz al saber que a los estudiantes les haya gustado mi forma de impartir las teleclases, la manera de llegar a ellos, de mover la curiosidad, la creatividad. Creo que en lo que más me enfoqué fue en la motivación, en cómo hacer algo diferente para que el escolar que me está observando, la familia, el profesor, vieran una nueva forma o una vía diferente de explicar un mismo contenido o contenidos de diversas índoles.
¿Existen muchas diferencias metodológicas entre una clase por televisión y una en vivo?
Muchísimas. En primer lugar, no tienes al estudiante delante, no sabes lo que piensa y la pregunta que puede hacer. Esa interacción que se tiene en el aula ayuda más al educando a entender ciertos y determinados contenidos.
Existen diferencias metodológicas notables, inclusive la manera de dar el contenido no debe ser la misma. La forma de hablar en televisión no se parece ni remotamente a como se hace en una clase frontal. Yo siempre decía: no estoy haciendo esto como si estuviera frente a un aula, lo hago para transmitir conocimientos mediante la televisión.
¿Cuál sería su valoración sobre las teleclases como forma de mantener el curso durante la pandemia? ¿Qué lleva eso de complemento desde los estudiantes y familia para poder aprovechar la televisión como medio de enseñanza?
En primer lugar, creo que cumplieron su objetivo en el momento del inicio de la pandemia para que el curso no se detuviera. Desde casa nos dio la experiencia de que los estudiantes, autopreparándose, con el apoyo de la familia, que fue fundamental, se sintieran motivados al observar las teleclases, a buscar y seguir investigando tanto por las redes como por el propio libro de texto.
Considero que es un complemento importante fuera de la pandemia, inclusive pienso que cubren esa laguna que podríamos decir que queda en el aula. Fueron muy buenas, además, para la preparación de los docentes, ya que junto con el libro de texto se debe buscar e indagar en otras literaturas. Por eso vino este espacio, de alguna manera para apoyar esa metodología de los profesores en su autopreparación y superación.
¿De qué le ha servido esta experiencia como joven y profesional?
Podría decir que antes de las teleclases era un profesor, después otro. Me obligaron a prepararme muchísimo más, no solo en el contenido, sino en la forma de proyectarme frente a una cámara.
Me siento a observar cada emisión, desde la primera hasta la última, y me doy cuenta de cómo fui creciendo en cada una de ellas, cómo fui mejorando, y creo que en ese aspecto eso fue lo más importante.
Como joven me sirvió de mucho estar a la vista de todo un país, incluso por algunos cuestionamientos de que por qué siendo tan joven estaba impartiendo teleclases y realmente eso también me hizo crecer más, porque ya tenía una doble responsabilidad, no solo la de llegar al estudiante, sino la de convencer a esas personas de que podía hacerlo con la misma calidad y a su vez, educar.
La experiencia fue fantástica. Se me han abierto muchísimas puertas tanto profesionales como en la televisión, que son indudablemente satisfactorias para mí y para mi trayectoria como joven y como profesional.
¿Cuáles son sus sueños y metas para el futuro?
Primero, seguirme superando. Trabajo en la Universidad de Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona como profesor de Geografía, también estoy haciendo un programa educativo que se llama De Cuba Soy, que no va ligado directamente a la Geografía, pero sí a la Historia, que es otra de mis pasiones.
Como parte de mis anhelos, comencé la realización de mi doctorado en Ciencias de la Educación, precisamente con un tema dirigido a la enseñanza de la Geografía con un enfoque cultural. Creo que es muy importante trabajar la cultura desde la Geografía y desde las ciencias como tal.
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