
Para Paulinito, como cariñosamente le llaman, es fácil iniciar una conversación. A los 81 años de edad, rememora con claridad y perfección los pasajes de su vida, los cuales comparte con orgullo, desde los inicios en la Medicina y el tránsito por la vida profesional, cargada de logros que avalan la posesión de su estatuilla de La Fama, el símbolo de la ciudad de Guantánamo.
Doctor de las Ciencias Médicas, a Paulino Enrique Four Rodríguez, un hombre sencillo y extremadamente educado le place recibir, una vez más, a esta periodista en su casa de Santa Rita entre Prado y Aguilera, y le promete no volverla a confundir con una paciente, mientras entabla un diálogo interrumpido por el tránsito de un ocasional pregonero, o por el café caliente que su esposa brinda en fina vajilla. Esta es su historia.
Crónica de una vida de desafíos
Llegó a este mundo el 2 de marzo de 1934 y, a pesar de no tener ninguna influencia familiar por la Medicina, desde muy pequeño se sintió inclinado hacia ella. “Mi anhelo siempre fue ser médico, era algo innato en mí. Mi mamá era de origen campesino y mi papá comerciante, pero desde muy pequeño tuve esa vocación”, comenta.
Los primeros estudios los realizó en los colegios religioso de La Salle y americano Sara Arshur, hoy secundarias básicas Pedro A. Pérez y Rafael Orejón, respectivamente. Por aquel tiempo en Cuba se estudiaba medicina solamente en La Habana, por lo que, llegado el momento, tuvo que trasladarse hasta allá para lograr su sueño.
“En la capital permanecí tres años porque tuve que interrumpir la carrera debido al cierre de la universidad. Regreso a Guantánamo y sigo trabajando”, explica y asegura que la lucha clandestina también formó parte de su vida, pues en 1957 ingresa a una cédula de acción y sabotaje del Movimiento 26 de Julio, en la que milita hasta el triunfo de la Revolución, cuando retorna a La Habana para terminar la carrera.
Graduado como médico regresa al terruño en el año 1963, y es en Santa Catalina de Sagua, donde realiza su servicio social, hasta el año siguiente que se traslada a Santiago de Cuba para estudiar la especialidad a la que dedicaría toda su vida: cirugía general.
La ciudad de Guantánamo lo recibió en el ´70 ya como especialista de primer grado y cuenta que para esa época en la provincia solo existían “cuatro cirujanos para ser exactos”. El año 1982 estuvo marcado por su primera misión internacionalista en Argelia y en 2001 acude nuevamente al llamado de la patria, pero esta vez es la República de Haití la que clama por sus servicios. “Fue una experiencia triste por la pobreza y la presencia de enfermedades erradicadas en Cuba o que simplemente no constituyen problemas de salud, entre ellas el SIDA en los niños…”, cuenta Paulino con rostro que entristece esos recuerdos.
Entereza y humildad caracterizan a este hombre cuya satisfacción más grande como cirujano es garantizar vida desde el quirófano, y asume como desafío cada intervención quirúrgica.
Con 52 años como médico y 45 como cirujano, el Dr. Four se desempeñó además, como presidente de la Sociedad Cubana de Cirugía en la Filial Guantánamo, y posee un diplomado en mastología quirúrgica e integra la consulta multidisciplinaria de mama desde que llegó el mamógrafo a Guantánamo.
La aldea de Boti, la aldea de Paulino
Actualmente este médico guantanamero, tan apreciado por todos, se desempeña como especialista de Segundo Grado en Cirugía General, profesor auxiliar y consultante, y subraya como un placer personal “contribuir al desarrollo de la adorada provincia desde su “cuartel general”: el Hospital Dr. Agostinho Neto.
Muchas son las medallas impuestas sobre el pecho del Doctor Tour y los estímulos recibidos, entre ellos La Fama, en el 2007, del que afirma “fue muy importante para mí porque es un reconocimiento a mi labor como médico, la que hago con placer y compromiso: es el premio de las autoridades de la provincia a mi trabajo y lo aprecio.
“Fue una gran alegría el día que recibí la estatuilla, la acepté con mucho orgullo, porque amo mi ciudad, mi aldea, mi natal aldea como dijera Regino Boti. Me siento feliz al caminar por sus calles rectas, me place cuando veo una nueva obra y puedo asegurarle a mi pueblo que mientras Dios me mantenga las facultades necesarias voy a seguir trabajando para el bienestar de la sociedad.”








































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SALUD Y LARGA VIDA PROFESOR.
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